Los injertos hepáticos son los que más hemoderivados exigen. La reducción de la demanda exige un perfeccionamiento de la cirugía.
Cada trasplante de hígado requiere un volumen de transfusiones de sangre que equivale a 16 donaciones. En cambio, en las intervenciones llevadas a cabo en el Hospital Central de Asturias han llegado a ser necesarias hasta 74 bolsas de sangre. En otras, sin embargo, no ha sido necesaria transfusión alguna.
Estos datos fueron facilitados por el cirujano Lino Vázquez, uno de los especialistas en trasplante hepático del Hospital Central, en el transcurso de las X Jornadas de medicina transfusional, celebradas en Oviedo los pasados jueves y viernes.
El estudio realizado por el doctor Vázquez ha tomado como base 153 injertos de hígado efectuados en el Central desde que en el año 2002 se pusiera en marcha esta técnica. En el complejo hospitalario se viene realizando una media anual que oscila entre 35 y 40 trasplantes hepáticos, de donde se deduce que esta técnica consume cada año el equivalente a unas 600 donaciones de sangre, una cifra apreciable sobre el total de 41.985 extracciones realizadas en 2005.
El injerto hepático es el más exigente de todos los trasplantes en lo relativo a abastecimiento hematológico. Ha habido años en los que este tipo de intervenciones han demandado más sangre que los hospitales de Jarrio, Arriondas o Cangas del Narcea enteros, según los responsables del Centro Comunitario de Sangre y Tejidos del Principado.
Además de la complejidad de la propia intervención, en este elevado nivel de requerimientos incide el hecho de que la alteración de la función hepática suele implicar problemas de coagulación. En el aspecto logístico, el cirujano del Central destacó que los trasplantes no son operaciones programadas, motivo por el cual el suministro de hemoderivados ha de ser atendido de forma «inmediata».
Según Lino Vázquez, los promedios de consumo de hemocomponentes en los trasplantes de hígado son los siguientes: 10,3 concentrados de hematíes, 1,4 «pooles» de plaquetas y 15,9 bolsas de plasma. Esta última cifra, la referida al plasma, es la que usualmente marca la equivalencia con lo que es una bolsa de sangre extraída a un donante, cuyo contenido es de 450 centímetros cúbicos.
Pero la variabilidad entre unas intervenciones y otras es elevada. Los límites máximos los han marcado 59 concentrados de hematíes, 18 unidades de plaquetas y 74 bolsas de plasma. También se dan casos de nula necesidad de este tipo de componentes de la sangre. El doctor Vázquez señala que el techo de demanda viene dado por los pacientes que llegan al quirófano con un alto nivel de deterioro, sufren una intervención en la que surgen diversos contratiempos y cuyo nuevo hígado tarda en reaccionar.
El cirujano del Hospital Central sostiene que la opción más viable para reducir la demanda de componentes sanguíneos consiste en poner en práctica «una técnica quirúrgica exquisita». Lino Vázquez considera que, hasta el momento, las aportaciones de los procedimientos farmacológicos han sido limitadas.
Edición: Hepatitis 2000
Fuente: La Nueva España - Prensa Asturiana