El concepto de salud intestinal ha sido ampliamente adoptado por los blogueros de nutrición y sus lectores, pero se alude con menos frecuencia en el contexto clínico y rara vez se utiliza en la literatura científica.
¿Qué se entiende por salud intestinal?
Los medios populares sugieren que la clave para resolver todos los problemas de salud es nutrir nuestro intestino, por ejemplo, bebiendo kombucha y evitando el gluten. Pero, ¿qué se entiende por salud intestinal? Como concepto de salud de creciente interés público, es un término que vale la pena examinar más de cerca.
Curiosamente, la frase ha aparecido en algunos títulos de publicaciones científicas recientes, lo que sugiere su aparición como un concepto cada vez más aceptado, incluso en ausencia de una definición de consenso.
Estos artículos incluyen investigaciones de científicos eminentes dedicados a definir los componentes dietéticos que influyen en la función y fisiología del intestino con el objetivo de mejorar la enfermedad o el riesgo de enfermedad futura. Estos artículos sugieren que la salud intestinal se define por la ausencia de síntomas gastrointestinales (p. Ej., Dolor abdominal, diarrea) y enfermedades (p. Ej., Enfermedad inflamatoria intestinal, cáncer de colon), así como la ausencia de otras afecciones locales desfavorables, incluida una mayor permeabilidad intestinal, inflamación de las mucosas o deficiencia (o incluso exceso) de ácidos grasos de cadena corta. Una revisión anterior de los carbohidratos prebióticos respalda estas afirmaciones.
El impulsor más notable de la salud intestinal, según nuestra definición anterior, es la dieta.
Aquí también hay mucha discrepancia entre las creencias populares y el estado de la evidencia científica. Por ejemplo, todavía no hay pruebas sólidas en humanos de que la ingesta de alimentos procesados o azúcar refinada provoque efectos negativos en la totalidad de los parámetros de salud intestinal antes mencionados.
Tampoco las listas de los diez alimentos para la salud intestinal son particularmente útiles o reveladoras; en cambio, simplifican la complejidad de la dieta a un puñado de alimentos ricos en fibra sin apreciar matices importantes.
Por ejemplo, existen múltiples tipos de fibra que se encuentran en los alimentos, cada uno con diversas características fisicoquímicas que determinan su efecto sobre la funcionalidad gastrointestinal y el potencial modulador del microbioma.
No se sabe aún con certeza si todos los tipos de fibra son esenciales para la salud intestinal. De hecho, según estudios en animales, un exceso de algunos tipos de fibra podría ser perjudicial para el colon.
Los alimentos fermentados son otro buen ejemplo del desajuste entre las creencias y la evidencia en relación con la salud intestinal. Si bien tienen un potencial teórico, no todos los alimentos fermentados contienen microorganismos vivos en el momento de su consumo, e incluso aquellos que lo hacen no son todos probióticos cuando se comparan con la definición probiótica del consenso científico.
Quizás el mayor desafío para la comunicación de salud pública con respecto a la salud intestinal es la naturaleza individual de la llamada dieta óptima.
La creciente evidencia de que las respuestas metabólicas a las comidas están altamente individualizadas sugiere que la mejor dieta para una persona puede no serlo para otra. Uno de los principales impulsores de la individualidad de las relaciones entre la dieta y la salud es el microbioma intestinal.
La reciente ola de descubrimientos científicos en la investigación del microbioma demuestra el papel integral del microbioma intestinal en el funcionamiento del sistema nervioso central, inmunológico y metabólico, así como en las enfermedades gastrointestinales y el mantenimiento del epitelio gastrointestinal sustenta su papel central en la salud intestinal.
Sin embargo, todavía no es posible definir el microbioma intestinal óptimo y, por lo tanto, hacer recomendaciones sobre cómo lograrlo.
Entre las incógnitas se incluyen las funciones dinámicas e interactivas de especies y cepas microbianas específicas, particularmente en diferentes condiciones del huésped, incluida la ingesta dietética reciente y a largo plazo del huésped. Puede ser que una amplia gama de perfiles de microbiomas puedan considerarse normales o saludables.
No obstante, existen algunos factores ampliamente relevantes que probablemente predigan una mejor salud intestinal. La genética del hospedador es importante, pero obviamente no es algo que pueda modificarse fácilmente.
El consejo general basado en la evidencia existente incluiría el cumplimiento de las pautas nacionales de alimentación saludable que, en todo el mundo, incluyen consejos para consumir una variedad de alimentos, incluidos los ricos en fibra (por ejemplo, frutas, verduras, legumbres, cereales integrales) y evitar el consumo excesivo de alimentos. consumo de alcohol, evitar el abuso de sustancias y fármacos innecesarios, hacer ejercicio con regularidad y participar en actividades que apoyen el bienestar mental y el manejo del estrés.
La salud intestinal es un término popular pero poco entendido. No se discute el hecho de que la función intestinal es fundamental para la salud en general.