En el Hospital Centenario de Rosario advierten un aumento de casos de hígado graso .
El hígado graso, que se presenta sobre todo en personas obesas y/o diabéticas, no suele dar síntomas. Con un examen médico y una ecografía se hace el diagnóstico.
En 1982 un médico patólogo de la Clínica Mayo, de Rochester, Estados Unidos, analizó decenas de biopsias de hepatitis alcohólicas, pero sucedió algo inesperado: cuando interrogó a los pacientes ninguno tomaba alcohol. ¿A quiénes pertenecían esos hígados que tenían las mismas marcas de quienes beben en exceso? Se trataba, en general, de mujeres obesas y diabéticas que presentaban un hígado graso con riesgo de sufrir problemas severos como los que puede padecer un alcohólico.
Hoy se sabe que el hígado graso no sólo afecta a los bebedores. De hecho, no es extraño encontrarlo en otros grupos de personas. Lo "tramposo" es que no suele dar síntomas hasta que la enfermedad está avanzada, por eso es importante conocer quiénes tienen más chances de sufrirlo.
El Hospital Centenario de Rosario lanzará antes de fin de año una campaña para detectar este problema de salud (y otras enfermedades del hígado) que debe tratarse lo antes posible.
"Entre el 5 y el 7% de quienes presentan hígado graso pueden tener inflamación severa y terminar en la necesidad de un trasplante u otras complicaciones. Obviamente hay muchas personas con hígado graso, sin lesiones, que no van a evolucionar mal", mencionó Fernando Bessone, médico hepatólogo, investigador, jefe del servicio de Gastroenterología y Hepatología del Hospital Centenario de Rosario quien habló con Más sobre las características de una patología que aumenta año a año.
El diagnóstico se sospecha a partir de la historia clínica, de un examen físico que puede detectar un hígado inflamado, por el perfil del paciente (que suele tener kilos de más y/o diabetes, colesterol y triglicéridos elevados. También si es alguien que está tomando o ha tomado drogas oncológicas o corticoides por largo tiempo) y se confirma con una ecografía que mostrará un hígado brillante, mucho más de lo normal, lo que indica la presencia elevada de grasa.
Pero, ¿puede alguien tener hígado graso aún cuando sus valores de colesterol, triglicéridos, enzimas hepáticas son normales o cuando no tiene sobrepeso? "Si, totalmente, eso también puede suceder, no es lo típico pero lo encontramos. De todos modos lo habitual es que sea alguien obeso y diabético, u obeso o diabético", mencionó el médico, y agregó: "Las personas con hígado graso que son obesas y diabéticas son las que mayores chances tienen de tener un hígado graso que evolucione mal, que termine en una cirrosis hepática no alcohólica".
Teniendo en cuenta que hoy hay una población adulta con altas tasas de obesidad, sobrepeso y diabetes se sospecha que hay mucha gente con hígado graso sin diagnóstico. "Como no tenemos datos propios es muy importante alertar sobre esto y comenzar a recopilar información", señaló Bessone.
"En la Argentina, y esto sí está estudiado, hay un 60% de personas con sobrepeso. Si extrapolamosdatos de EEUU tenemos que pensar que hay entre un 10 a un 20% de hombres y mujeres con hígado graso. De todos ellos, un grupo tendrá problemas severos, por eso es imprescindible controlarlos y que inicien un tratamiento".
¿En qué consiste esa terapia para mejorar esta condición; hay fármacos para revertir la situación? El especialista respondió que, lamentablemente, por el momento no hay una medicación específica que mejore las características de un hígado graso, por lo tanto, la indicación es bajar de peso, hacer actividad física y cambiar todos los malos hábitos que atentan contra la salud.
"El desafío es grande porque no hay una pastillita y punto. Hay que modificar las malas costumbres alimentarias, moverse más cada día, hacer actividad física regulada y esto le cuesta muchísimo a la gente", reconoció Bessone. El especialista comentó que está demostrado que la mejor terapia es la que combina plan alimentario con actividad física. "Está comprobado que en el hígado graso los resultados son mucho mejores en quienes hacen las dos cosas. No sólo basta con descender de peso comiendo menos y mejor: ¡hay que hacer gimnasia, deportes, caminar, bailar, lo que más le agrade a la persona, pero sí o sí de tres a cinco horas semanales!".
En el Hospital Centenario, en el servicio de Hepatología, incluyeron una nutricionista y un terapeuta para poder acompañar a quienes deben iniciar un cambio de rutina. "La persona con sobrepeso, o la persona obesa, muchas veces se autoengaña, demora el inicio del tratamiento. Son pocos los que comprenden la severidad del tema y se ponen las pilas de inmediato. Lo bueno es que los que empiezan y sostienen una dieta y comienzan actividad física regular logran bajar y eso es una muy buena noticia para el hígado y la salud en general. Con disminuir el 10% del peso ya se consiguen modificar muchos valores negativos de laboratorio y el hígado también recibe los beneficios. Y si bajás más del 10% podés ver regresión en la fibrosis de tu hígado, esto es espectacular", puntualizó.
"La dieta empieza en la cabeza y termina en el plato", dijo el profesional, por lo tanto la toma de conciencia es fundamental para dar los primeros pasos, y sostenerlos en el tiempo.
El médico mencionó que el hígado graso tiene muchos más riesgos de complicaciones en quienes además tienen enzimas hepáticas alteradas y otros factores de riesgo como triglicéridos altos y colesterol elevado. "Si encuentro hígado graso en alguien que es delgado y que tiene datos de laboratorio normales, a lo sumo lo controlaré cada tanto. Y hasta me animo a decirle que no va a tener problemas a largo plazo", destacó. "Si en cambio tengo una paciente que, por ejemplo, no mide más de 1,60, que pesa 85 kilos, que no hace actividad física y tiene diabetes (o un alto riesgo de tenerla) ahí tengo que encender la alarma y pedirle que cambie sus hábitos". Además, dijo Bessone, "estamos encontrando este problema en personas de alrededor de los 50 años, o menos, y más en las mujeres".
"Se encontró, además, en muchos estudios publicados en revistas de primer nivel que los pacientes que tienen esteatohepatitis (así se denomina al hígado graso "malo") tienen mucho más riesgo de tener enfermedades cardiovasculares y una tasa de muerte más alta", remarcó. Por eso "les damos todas las indicaciones para una mejor calidad de vida y pedimos estudios cardiológicos. La asociación con enfermedad vascular severa es muy alta".
Finalmente Bessone indicó que "lo importante es que la persona no se asuste, que sepa los riesgos
—desde ya— pero que sobre todo tome conciencia de que tratándose a tiempo su salud tiene muchas posibilidades de mejorar y de tener una vejez saludable. No es simple, pero hay que hacerse cargo y controlarse".
Fuente: la capital http://www.lacapital.com.ar