Venezuela - Cuando habla de su enfermedad, ya superada, Libardo Laurens la define como una "situación especial de vida". Al empresario cumanés, que tenía todo su interés centrado en el dinero, el diagnóstico de una cirrosis hepática en noviembre de 1999 le cambió su visión de la vida.
"Mis metas personales ahora son colectivas buscando el bienestar de las personas trasplantadas. Lo más lógico era que yo estuviese muerto, me desahuciaron en varias oportunidades, pero estoy vivo porque recibí mucho amor de los demás, médicos que se desvelaron para buscar la causa de mi cirrosis", cuenta Laurens, quien (gracias al programa Fundahígado) recibió un trasplante el 15 de septiembre de 2005, después de esperar seis años y tras 33 negativas de familiares de personas con muerte cerebral.
Su familia y amigos se convirtieron en sus principales aliados. Con su esposa a la cabeza, crean la Fundación Amigos del Paciente Hepático (Fundahe) para reunir recursos para costear el tratamiento de Libardo. Una vez recuperado, el profesional de la Mercadotecnia asumió la presidencia de la fundación que hasta la fecha ha apoyado a más de 700 pacientes.
Fundahe tiene un programa de ayuda al paciente con hepatitis, ha tenido incidencia pública en la defensa de los derechos de los trasplantados y ha luchado para que se mantenga la calidad de los medicamentos. También tiene el programa Regalo de Esperanza para apoyar a niños trasplantados. Hoy Laurens forma parte del comité directivo de la Organización Nacional de Trasplante de Venezuela.
"La vida pierde sentido si no eres útil a los demás. Antes del trasplante hice un pacto con Dios de apoyar a pacientes como yo si Él me devolvía la salud y la posibilidad de ver crecer a mis hijos. Las cosas salieron bien y ahora tengo un ritmo de vida plena".
Además de estar al frente de Fundahe, tiene una empresa de Consultoría Tributaria y Financiera y cursa el cuarto año de Derecho en la UCV.
"Antes yo me burlaba de la gente que constituía fundaciones, por qué no se van a sembrar papas, pensaba. Mis ambiciones eran tener un yate y una casa lujosa, ahora le doy todo el valor a lo humano, a servir y amar a los demás. Soy un librepensador, creo en Dios pero no en las iglesias ni en las religiones. Animo a mis hijos para que sean líderes donde se desenvuelvan".
En: El Universal - Venezuela - 05 de noviembre de 2014 - Nota completa