La atención psicológica en el proceso de la enfermedad y su tratamiento va a ser fundamental y va a facilitar el camino, tanto al enfermo como a sus familiares, permitiendo la descarga emocional, la posibilidad de hablar de sus miedos, previniendo o tratando trastornos mentales como la depresión y la ansiedad, ayudando al cumplimiento del tratamiento y teniendo la posibilidad de conocer a otros enfermos a través de las terapias de grupo".
Una de las causas de esta alteración psicológica son los estigmas sociales. , "parte de este rechazo se produce por ignorancia o desconocimiento de la enfermedad. El público, en general, la suele confundir, en sus vías de contagio, con otras hepatitis, y piensa que es una enfermedad consecuencia de haber llevado una vida ilícita e inapropiada. Por tanto, se rechaza a las personas, haciéndolas responsables de su mal. Nada más lejano de la realidad porque esta enfermedad la puede contraer cualquier persona y, aún así, en esta vida ¡nadie merece una enfermedad".
La información también es fundamental para que los pacientes se conciencien sobre la importancia de no abandonar el tratamiento, señala Ana Montilla: "Saber que se tiene la enfermedad y no tener una información adecuada sobre ella supone para las personas un impacto emocional que les hace estar, en general, muy ansiosos, preocupados por el contagio y con gran cantidad de miedos: al posible proceso 'cirrosis-cáncer-muerte', miedo a pruebas como la biopsia, al tratamiento y al trasplante".
Según una encuesta de AEHC, el 56% de los pacientes ha obtenido la mayoría de los datos a través de Internet Tan sólo el 19% reconoce haberla adquirido fundamentalmente del especialista y un 2% por el médico de primaria.
Fuente AEHC