La donación de órganos en Andalucía parece mantenerse estable en los últimos tiempos ya que las cifras de este año son algo similares a las del mismo período del año pasado. Sin embargo, según reconocen en el SAS, el cambio más importante se ha producido en el perfil del donante de órganos, una evolución que en quince años le ha dado prácticamente una vuelta de tuerca al tipo de persona que realiza esta donación.
Y es que, según los datos del Servicio Andaluz de Salud, los donantes de órganos fallecidos como consecuencia de los traumatismos craneoencefálicos ocasionados por los accidentes de tráfico se han reducido a la mitad entre los años 1991 y 2005.
Concretamente, según los datos del SAS, en el año 1991 el 40 por ciento de las donaciones de órganos provenían de las muertes en la carretera. Quince años después estos órganos de los muertos de tráfico se habían quedado en el 20 por ciento del total de la donaciones.
Por hemorragia cerebral
Esa bajada de órganos procedentes de muertos en la carretera ha ido paralela a un espectacular crecimiento de los órganos que venían de personas muertas por un accidente cerebrovascular, es decir por hemorragia cerebral. En el año 1991, los órganos donados de personas muertas por esta causa suponían el 36 por ciento de las donaciones.
En el 2005 había un 66 por ciento de órganos procedentes de personas muertas en Andalucía como consecuencia de infartos cerebrovasculares o hemorragias.
Pero, ese cambio de la procedencia de los órganos ha ido pareja también a un envejecimiento de la edad de los donantes. Algo lógico si se tiene en cuenta que los muertos de tráfico siempre suelen ser más jóvenes que los que han fallecido por causa de infarto.
En esa línea, según el SAS, el donante de órgano presenta cada vez mayor edad y continúa subiendo de forma progresiva. En el año 1991, la edad media del donante era de 35 años mientras que el pasado año era de 51 años. De hecho, el quince por ciento de quienes cedieron sus órganos tenía más de 70 años y el 35 por ciento estaba por encima de los 60. Incluso se han tran trasplantado hígados de 82 años y riñones de más de 70. En cualquier caso ese envejecimiento de los donantes no es algo que solamente se de en Andalucía sino que se trata de una tendencia general en toda España.
Órganos de jubilados
Pese a ese envejecimiento, el responsable de este servicio asegura que, en la mayoría de los casos, de estas personas se pueden aprovechar el hígado y los riñones mientras que las córneas sólo pueden reutilizarse a veces.
Sin embargo, cuando se trata de personas mayores es más difícil de aprovechar el corazón o los pulmones ya que están mas deteriorados con el paso de los años.
Pero también hay una cifra que sirve para ilustrar la utilización de órganos de personas mayores que se está dando cada vez más: según Manuel Alonso, sólo puede ser trasplantado el 50 por ciento de los riñones de donantes que tienen más de 60 años mientras que, como es lógico, los órganos de los jóvenes son válidos casi siempre.
Pero hay otro dato; y es que, según Manuel Alonso, la supervivencia entre los trasplantados es la misma ya sea con órganos de personas jóvenes o de otros mas mayores. Por ello Alonso insiste: «la edad no es un factor determinante para ser donante» y tampoco es excluyente para las personas mayores.
En cualquier caso, las cifras demuestran que en los primeros meses de este año se registraron 196 donaciones de órganos que posibilitaron la realización de 464 trasplantes. Respecto al mismo período de 2005, el número de donaciones se ha mantenido estable (196) y han aumentado los trasplantes pasando de 450 durante el pasado año a 464 en este año.
De esas cifras, 275 fueron trasplantes renales (8 de ellos de donante vivo), 127 hepático (uno de donante vivo), 32 cardíacos, 12 de pulmón, 17 de páncreas y riñón y uno de hígado y rinón.
La previsión de la tasa de donación es, según el SAS, de 33,4 por millón de población y en los primeros nueve meses del año se han realizado 248 trasplantes de córneas y 185 de médula ósea.
Un fenómeno que va desapareciendo es la negativa de los familiares a donar los órganos, algo que cada vez ocurre menos. Si hace unos años el 40 por ciento de los familiares de los donantes se negaban a que se le extrajeran los órganos a la persona muerta, ahora según el SAS, solamente se produce un rechazo en el 16 por ciento de los casos.