La primera cárcel del mundo en eliminar la hepatitis C entre sus presos, y con costo cero para el sistema de salud, esta en El Dueso, España
El penal de El Dueso va camino de convertirse en la primera cárcel del mundo libre de hepatitis C. Ya son 37 los internos curados y el resto de casos positivos –hasta un total de 55– están tomando las pastillas milagro. No hay ni un solo afectado que no participe de una experiencia "sin precedentes" que eliminará la infección dentro del centro, gracias a los revolucionarios fármacos que cambiaron el paradigma de la lucha contra el virus, a la vez que evitará que se propague la enfermedad cuando recuperen su libertad.
Un resultado absolutamente impensable años atrás y sin coste alguno para el sistema público. Igual de insólito. Más aún teniendo en cuenta el contexto nacional de controversia sobre el desigual acceso de la población reclusa a esta innovadora terapia, donde no está bien definida si la responsabilidad económica sale del bolsillo de Instituciones Penitenciarias, es decir, del Ministerio del Interior, o es competencia de las autoridades sanitarias. Mientras la batalla está librándose en el resto de comunidades, Cantabria se desmarca.
Javier Crespo (Jefe de Digestivo de Valdecilla). "No hay ninguna cárcel que haya cribado a toda la población reclusa y haya tratado a todos los positivos"
La iniciativa que hará realidad lo que parecía imposible está liderada por el servicio de Digestivo de Valdecilla, con Javier Crespo a la cabeza, en coordinación con todo el equipo sanitario de El Dueso. El proyecto, que se planteó hace más de un año, puede presumir ya de "éxito", aunque se confirmará en dos años, cuando el fin del seguimiento demuestre que la hepatitis C ha desaparecido del penal. Un logro que tiene como artífice fundamental a la empresa fabricante del Harvoni, que lo financia íntegramente, proporcionando 120 tratamientos gratis (cuantificados en 1,2 millones de euros) y una beca de 30.000 euros. "Este programa pretendía demostrar que los nuevos agentes antivirales directos, que son tan eficaces, se pueden utilizar como prevención de la enfermedad en colectivos de alto riesgo y de alta prevalencia de la hepatitis C. Se sabe que la infección se elimina igual en la población reclusa que en el resto de pacientes pero, debido a sus características, existe una elevada incidencia de reinfección, porque una de las peculiaridades del virus es que no causa inmunidad", dice Crespo.
Primeros pasos
Una vez la empresa dio luz verde, se puso en marcha el engranaje de este "proyecto único en el mundo" –solo hay en Australia uno similar en ciernes, pero de mayor envergadura (abarca cuatro grandes centros penitenciarios) y a más largo plazo (cinco años de duración)–. "Nos pusimos en contacto con El Dueso, que tiene una población asequible (entre 500 y 600 reclusos), por lo que sabíamos que el número de infectados no iba a ser superior al centenar. Tenemos la suerte de que es un centro penitenciario pequeño, lo que facilita que te financien los fármacos para todos y hace viable tratarlos casi simultáneamente, de manera que en un momento dado el número de personas infectadas en el interior de la prisión fuera cero, lo que implicaba que la cifra de reinfecciones, también".
El día que el propio jefe de Digestivo expuso el plan a la población reclusa "les costó creer que aquello podía ser verdad". "¿Qué es un ensayo clínico?", le interrogaron. "¿El Sovaldi no será?", apostilló otro interno, incrédulo. Durante casi dos horas Crespo les explicó la meta del proyecto, que convertía la cárcel en "una oportunidad de curación. Hay que tener en cuenta que para algunos de estos enfermos puede ser la primera vez que tengan contacto con la sanidad".
Cuando terminó su exposición, la respuesta de los reclusos fue unánime. "Absolutamente todos firmaron un consentimiento informado y fueron a evaluarse". En enero de 2016 el plan empezó a rodar. Para evitar el traslado, uno a uno, de los pacientes a Valdecilla, fue el equipo implicado en esta iniciativa (médicos, radiólogos, analistas, enfermeras y psicólogo) el que viajó al penal de Santoña. "Inicialmente fueron 39 los internos tratados, que finalizaron la terapia –de tres meses de duración– en mayo. Ahora, doce semanas después, ya tenemos los resultados confirmados". El porcentaje de curación es el mismo que en la población general (en torno al 97%). "Frente a los 37 internos que se han curado, hay dos con los que tenemos que seguir trabajando", detalla la subdirectora médica de El Dueso, Carmen Cobo.
El estudio filogenético de las muestras –se han realizado 639 analíticas hasta la fecha–, permite además saber si un enfermo no se ha curado porque el virus original persiste o porque se ha vuelto a contagiar.
El continuo movimiento de la cárcel obliga a tener abierto el abanico de candidatos a tratamiento para garantizar que la lucha contra la hepatitis C funciona. "No queremos que haya nadie con el virus circulando, por eso incorporamos a todos los que van llegando. De ahí que la cifra actual esté en 55 pacientes tratados", añade Cobo. Antes, sistemáticamente, el equipo médico de El Dueso hacía una vez al año analíticas de serología de VIH, hepatitis C y B y sífilis. "Ahora, como queremos que no quede nadie descontrolado, para evitar que pueda haber un foco de hepatitis, se les ofrece el cribado nada más llegar al centro, y todos aceptan", dice.
La medicación se administra bajo la supervisión del personal sanitario del centro, formado por siete médicos, siete enfermeros, tres auxiliares de enfermería, una farmacéutica, más los dos enfermeros y los dos auxiliares del Centro de Inserción Social (CIS) José Hierro, que acoge a los presos de tercer grado, próximos a la libertad.
El concepto de tratamiento como prevención es una de las bases del proyecto. "La razón fundamental es que un virus transmisible y asintomático –puedes estar contagiado y no saberlo– y que hablamos de un grupo de personas que, con sus prácticas de riesgo, pueden seguir transmitiendo la enfermedad cuando salen a la calle. Es un problema de salud pública, cuantos más tratemos, menos posibilidades de infección a la comunidad", señala la subdirectora médica de El Dueso. "La educación sanitaria entra dentro del cometido de los médicos de prisiones, es fundamental advertir a los internos. Hemos captado pacientes que habían pasado por el servicio de Digestivo, han estado en la calle sin ningún seguimiento sanitario hasta que han vuelto a la cárcel", apunta Cobo.
Susana Llerena (Médico de Digestivo). "Los internos acogieron el proyecto con sorpresa, porque no se lo acababan de creer, y hoy en día están todos muy agradecidos"
En esta experiencia, la telemedicina ha sido una gran aliada. "Se realizan las consultas a distancia a través de videoconferencia, con las ventajas que eso conlleva, tanto por el ahorro en los costes de logística y despliegue de seguridad para llevar a los reclusos al hospital, como a nivel personal. Si el paciente viene a Valdecilla se tiene que exponer, con esposas, agentes al lado... y eso supone también una invasión de su intimidad", señala Miguel Mateo, director de programas de El Dueso y responsable de la cobertura tecnológica.
Telemedicina
"La telemedicina está muy poco desarrollada en España, y eso que el acto médico tiene la misma validez que uno presencial (confidencialidad, seguridad de los datos, informe, prescripción...)", apunta Mateo. Para implantar esta técnica, "utilizamos la red pública que el Estado tiene para comunicarse –red SARA (Sistema de Aplicaciones y Redes para las Administraciones), la misma que se usa para el envío de datos de la Seguridad Social o de la Agencia Tributaria, por ejemplo, y somos los únicos de España que hemos utilizado esa red cifrada para hacer tráfico de datos de salud (tanto audiovisual como de historia clínica)". Sus ventajas: seguridad y sostenibilidad. Es una red estable, que cofinancia el Estado y las comunidades autónomas, así que no ha requerido más inversión que la cámara de alta definición que conecta al médico de Valdecilla con la sala de consultas del penal. "Es un sistema convencional que nos permite montar el sistema en cualquier ordenador del hospital", subraya Mateo. El coste de este dispositivo (80 euros) resulta más barato que un solo desplazamiento físico de un preso de Santoña a Valdecilla, que se cifra en 126 euros, entre la logística administrativa (100 euros) y los costes auxiliares de la consulta (26 euros).
Para el equipo responsable de este programa, la clave de que aquella idea que aspiraba a combatir la hepatitis C en la prisión cántabra apunte a ser una exitosa realidad ha sido "el entusiasmo de todas las partes". "Las ideas es fácil tenerlas, pero hay que conseguir un grupo de gente que quiera participar en ellas y sacarlas adelante. Y aquí lo encontramos", subraya Crespo. Todos apostaron por brindar "esta oportunidad de curación" a los presos de El Dueso, porque "la prisión es un estigma, una barrera psicológica, pero el derecho fundamental a la salud está por encima del lugar donde se encuentre el enfermo".
Edición: Hepatitis 2000
Fuente: eldiarioelmontanes.es