Zeus dormía,
Prometeo, el irredento nieto de los dioses del Olimpo, el hermano menor de Atlas, harto de las tinieblas en que vivía su pueblo, decide regalarles Luz que los ilumine
Sigilosamente se acercó al carro del Sol y con arrojo y osadía robó a escondidas, un poco de fuego para que los pueblos de la Tierra, no vivan más en tinieblas.
El Dios de dioses enfureció y decidió darle un escarmiento a Prometeo
Ordenó que lo apresen y lo apresaron,
Ordenó que lo destierren y lo desterraron a las lejanas montañas del Caucaso
Mandó que lo encadenen y Prometeo fue encadenado a una de las rocas, donde reinaba siempre un sol implacable.
Ordenó que el Águila, su bestia preferida, se coma el Hígado de Prometeo a picotazos
Mandó que en las noches la bestia se alejara para permitir que el Hígado se regenere
Y así se hizo
Prometeo fue encadenado en lejanas montañas y todas las mañanas al alba, llegaba la bestia depredadora y hambrienta, posaba toscamente sus tarsos y afiladas garras sobre las rodillas del prisionero e introducía sin piedad, su enorme y macizo pico en el hipocondrio derecho de la víctima y se comía sin anestesia, el enorme hígado de un joven fornido, en medio de escalofriantes gritos de dolor que se escuchaban en todos los confines de la Tierra.
En las noches el noble órgano aceleradamente trataba de regenerarse, lo hacía con apuro, desesperación y desorden, formando nódulos regenerativos, que igual, al alba el monstruo se los devoraba con tenedor y cuchillo.
Mandó que el castigo fuera para toda la eternidad, pero voces piadosas en el Olimpo abrieron la posibilidad de un perdón a los 30,000 años que Zeus aceptó.
700 años AC, Esquilo, Hesíodo o quien sea, contaron
Que un día Hércules, buscando sus manzanas, caminó por dichas montañas lejanas y de repente gritos de horror lo estremecieron y logró divisar, como esta depredadora ave , devoraba sin piedad, a picotazos, el Hígado de un Hombre, quien con los brazos extendidos y encadenados, gritaba y gritaba de dolor, ese hombre era su hermano: Prometeo
Se llenó de furia, los dioses cruzaron sus manos, Hércules abrió sus verdes ojos, llenos de rabia y bravura, tensó su enorme arco, la flecha justiciera se acomodó en las cuerdas, el águila cesó su banquete y con su potente vista advirtió su final, no hubo diálogos, ni negociaciones, la saeta cruzó los aires y temblando…¡ se clavó en el Hígado de la bestia!, esta gritó de dolor, babeaba y vomitaba sangre, tiritaba la bestia, escupía mierda, trata de aletear, pero sus alas no le respondían, gruñe, retrocede, tiembla, pide clemencia, retrocedió, tambaleó, sus enormes tarsos de debilitaron, sus garras también, las rodillas de Prometeo sonreían, la bestia gritaba y gritaba de dolor, sus alas temblaban y no podían alzar vuelo,
Hércules acomodó otra flecha, tensó su arco, no había palabras, ni clemencias, el águila herida de muerte huyó hacia el Olimpo ayudada por los dioses.
Zeus convulsionaba de ira y rabia, recibió a la bestia moribunda, la consoló, la curó y juro venganza.
Prometeo regresó al Pueblo abrazado de Hércules y escribieron mitológicas leyendas por los pueblos de la Grecia antigua.
Zeus cumplió su amenaza
Transformó a la gigantesca bestia en un Virus monofilamentoso,
La empequeñeció de 3 metros que medían el águila a 35 nanómetros (una mil millonésima parte de un metro) en lugar de dos alas batientes, les dio una sola cadena de ARN, en lugar de esas afiladas y toscas garras les puso espículas para que se adhieran a la membrana plasmática del hepatocito, en lugar del Pico macizo les dio enzimas y alcahuetes para que la penetren y en lugar de las cuevas rocosas donde se escondían las bestias, las escondió en los cromosomas del núcleo del hepatocito, pero no pudo cambiar la horripilante imagen de bestia que tenía el águila a pesar que les dio 20 caras, 30 aristas y 12 vértices, para disimular
Los hizo más malosos, tenían la misión de picotearlo hasta matar al hombre
Zeus reía, Hércules había muerto calcinado por el fuego,
las nuevas águilas se abrazaban felices, eran los VIRUS DE LA HEPATITIS C…
La fosfatina de Hércules se agitaba en su tumba ignota
Intentó resucitar con el Interferón Pegilado, proteínas naturales que estimulan el sistema inmunológico para combatir infecciones y tumores,
Intentó resucitar con la Rivabirina, un nucleósido anti viral y
seguía intentando su resurrección, las bestias temblaban.
Con el Telaprevir, Boceprevir, Daclatasvir, Ledispavir y el Simeprevir,
las bestias tiritaban, el miedo se cernía sobre ellos, el fin estaba cerca,
Hércules buscaba manzanas en Laboratorios de investigación, con el arco sobre sus espaldas
Hasta que un día la Ciencia cambió las flechas por moléculas tan certeras como aquella del Caucaso mitológico y la llamó sofosbuvir- tal vez debieron ponerle Hércusbuvir-
ahora son moléculas Glicoproteína, de Carbono, Oxígeno e Hidrógeno unidas con enlaces, rodeado de radicales, de ácidos isopropílico, dioxopyrimidin, methyltetrahydrofurano y otras,
ya no perforan el hígado de las bestias, ahora inhiben la ARN polimerasa impidiendo la replicación de estas bestias hostis hominis de la humanidad,
ya no buscan destruir sus alas y hacerlas rodar por los cañones del Cáucaso, ahora las excretan por la bilis
Zeus llora en el Olimpo, Prometeo y sus hermanos ríen, siguen ganando victorias, aún después de muertos.
La historia se sigue escribiendo, de la mitología a la realidad, a la infame situación de no poder acceder a estas moléculas por el altísimo precio de los medicamentos, con el silencio cómplice de muchísimos Gobiernos, de la Clase Política de los países del mundo, de la misma OMS,
¡150 millones de infectados en el mundo, 150 millones de familias! claman por acceder a estos medicamentos que los devuelva a la Vida, claman para que la mitología griega se haga realidad, claman por tener un Hércules al alcance del bolsillo, claman para que las Empresas farmacéuticas no se comporten como las bestias depredadoras que se comen el hígado a picotazos, dejando a millones de almas sin cuerpos.
Por Miguel Palacios Celi, Medico Ginecólogo, Lima Perú – Publicado en Hepatitis 2000 – https://hepatitis2000.org – 10 de octubre de 2014