Buenos Aires | El trabajo que realizo en ONG's de salud orientadas al asesoramiento para las personas enfermas y mi experiencia personal, me hace tener una perspectiva fuertemente cercana de la problemática que sufre la persona enferma hoy cuando debe permanecer internado/ingresado a en un centro de salud. Quiero contar resumidamente los enunciados de esta seria problemática que tanto daño y sufrimiento sigue causando, no escribiré hoy especialmente sobre las soluciones, pero leyendo la situación, las soluciones saltan a la vista. Lo que comentaré no sucede en todos los casos, sin embargo es motivo principal de consultas en nuestros servicios, afecta la adherencia a tratamientos, produce stress sumamente perjudicial para los objetivos de salud y mucho más.
Con el nuevo universo de "estar internado", ingresamos a un mundo desconocido muy lejano a de nuestra realidad diaria, las nuevas reglas están mitad en términos legales en un papel que firmamos apurados durante el ingreso sin poder leerlo mucho y la otra parte en el cartel que está detrás de la puerta e indica diez normas obligatorias solo para la persona enferma, y mayormente sin dejar en claro ninguno de nuestros derechos, que son muchos.
La atención está centrada en nuestra enfermedad, está centrada también en el tipo de cobertura que brinda nuestra Obra Social o Medicina Prepaga (ni hablar si no tenemos cobertura), y en último lugar está la persona, si tenemos la suerte (seguridad del paciente mediante) de que nos identifiquen con una pulsera, es posible también que dejemos de tener nombre y pasemos a tener/ser un número. Quede en claro que a partir de ese momento, se nos impone la calificación de "Paciente", con todo lo que la palabra implica (se interpreta paciente como pasivo, él o ella espera "pacientemente", recibe "pacientemente", obedece las indicaciones "pacientemente", etc.)
Imposible conocer ese nuevo mundo de un día para el otro y así manejarnos en igualdad con el resto de las personas que allí trabajan y con las que conviviremos por estar viviendo una experiencia semejante, esto nos produce un fuerte estrés y recién estamos ingresando en el sistema, todo nuevo y explicado desde un solo punto de vista hace que nuestro temple entre en estado de alerta, algunas veces nos sobreponemos al cambio, pero la mayoría de las veces somos absorbidos por el sistema, que en definitiva vemos como está preparado para eso, de ahí es que se nos imponga la palabra Paciente, ese es "nuestro espacio de participación".
Disminuir la calidad de atención de una persona enferma, desprotegerla de cualquier manera, despersonalizarla, provocar que pierda fuerzas (físicas o anímicas), tratar a las personas enfermas en forma inequitativa, hacerle perder su intimidad, o discriminar a una persona enferma, causan daños serios en la salud de la persona; o es que queda alguna duda?.
Para quienes trabajan en algunos centros de salud y ven la práctica diaria, y para quienes somos personas que nos toca estar internadas/ingresadas, lo que cuento puede parecerles algo habitual y saben de qué hablo, pero puedo aclararlo con ejemplos que vemos entre nuestros amigos/as que hoy están internados, y algunos que he vivido en persona.
Solo algunos casos concretos, repetidos entre nuestros contactos:
El nivel de ruidos puede llegar a puntos ensordecedores, especialmente en horarios de descanso, nuestra necesidad de descanso y recuperación es afectada inexplicablemente. He utilizado un decibelímetro y aconsejo que hagan la misma prueba en horario nocturno)
Primera hora de la mañana, entran a la habitación seis personas, no se presentan ni miran a la cara a la persona, describen a viva voz nuestro caso, tal vez se despidan con un chau y no volvemos a verlos, nuestra intimidad no es considerada.
Muchas veces durante la noche en horario de dormir, ingresa personal encendiendo las luces sin decir agua va, toma nuestros signos vitales, o recoge algo que se olvidó, etc. (Existen infinidad de tratados sobre la necesidad o no de estos controles en casos leves)
Los llamados telefónicos nocturnos realizados desde la guardia de piso, pueden escucharse en cada una de las habitaciones, así como las indicaciones médicas para la cama numero tal" (Todos sabemos que quien grita al teléfono sabe que el resto del piso duerme, lo que no entendemos es porque lo hace)
Sobre las opciones de comida, calidad de la comida, temperatura de la comida, sabor si lo tuviera, podría escribirse un libro
Sobre el asesoramiento al paciente, sobre sus derechos, debería entregarse un libro, pero se ve claramente que nadie quiere hacerlo.
Personal del centro de salud que nos cuenta con lujo de detalles la situación médica y familiar de otras personas allí internadas, lo que no nos tranquiliza nada en lo que respecta a la confidencialidad de nuestra información.
En terapia intensiva, personal de enfermería o medico, contando a un paciente allí internado cuando alguien de una cama cercana falleció, a modo de catarsis...
Hay muchísimos más casos para ejemplificar parte de ese" shock" que sufrimos al cambiar nuestro mundo por el mundo del hospital o la clínica, pero creo que todos podríamos agregar un ítem más a esta lista, al menos a todos quienes necesitamos alguna vez este servicio o trabajamos en él.
El cambio que necesitamos es muy profundo, no podemos seguir intentando curar a las personas solo con medicamentos sin tomar en cuenta el resto de las múltiples circunstancias de la persona afectada por una enfermedad, no hablamos de un grupo de gente, hablamos de un grupo de personas formado por individuos, cada cual con sus particularidades.
El cambio puede y debe partir de las autoridades sanitarias, controles estrictos y mucho más, pero depende fundamentalmente de la actitud humana, de la empatía de la que muchos profesionales intentan escapar, de ser o no una buena persona, y esto no se puede regular, aunque el funcionamiento en equipo (no en grupo) favorece mejores reacciones humanas y más seguridad para la persona enferma.
Para algunos será necesaria la aclaración de que esto no sucede en todos lados, y que depende fundamentalmente de la dirección de cada Hospital, Centro de salud y grupo de profesionales, pero si, sucede en tantos relatos escuchados, documentados, que son realmente muchos, lo que nos muestra el panorama de una situación que se está corrigiendo solo en muy pocas instituciones (generalmente privadas), y que lo que mantiene a flote lo bueno en los centros de salud, es cuando hay calidad/calidez humana por parte de las personas que desarrollan tareas en esos centros, un residente, alguna enfermera, un jefe de servicio", pero pocas veces el conjunto de profesionales y servicios.
La calidad del sistema de salud no puede depender de voluntades individuales, se deben tener leyes y normas claras, conocidas por todos, que protejan integralmente a la persona enferma, y fundamentalmente se debe controlar firmemente que estas se cumplan. Comencemos cumpliendo las leyes existentes mientras creamos nuevas, actualizadas. Si existieran controles estrictos que aseguren el cumplimiento de las leyes y normas existentes, la calidad de vida y salud de la persona enferma sería tratada en forma más segura y efectiva, esto no es poco, puede ser la diferencia entre salud y enfermedad, en algunos casos entre vida y muerte.
Por Eduardo Pérez Pegué – Para Hepatitis 2000 – 17 de diciembre de 2013 – hepatitis2000.org