Una sala de espera inadecuada puede agravar la enfermedad

Los pacientes deben sentirse contenidos. Feng Shui, TV, música y buena lectura sirven para hacer agradables los ambientes.

Hay que pensar el espacio
consultorio medico sala de esperaDesde que ponés el pie en ese lugar las cosas pueden cambiar: o comenzás a sentirte tranquilo porque en unos minutos -con suerte- vas a poder expresar tus dolencias, o los síntomas se agravan por los efectos lúgubres del cubículo, el aburrimiento y la demora.

Las salas de espera en los consultorios son algo así como la primera relación médico-paciente. Una cita a ciegas. El momento para dar una buena impresión. Es el espacio en el que confluyen las preocupaciones, dolencias, miedos, prejuicios... Y no querés salir herido; todo lo contrario.

Cuántas veces habremos pasado por una bien iluminada, amplia, con revistas interesantes, con una secretaria simpática, con una máquina de café, con una cascada con agua y con colores cálidos que calmen el ánimo. Pero en cuántas otras habremos padecimos durante horas en un pasillo asfixiante, sin nadie a la vista que responda a qué hora nos atenderán, con un par de diarios viejos en el revistero y sentados en un banco de iglesia, duro y angosto.

Por si nadie se dio cuenta: el que espera ahí afuera es un ser humano, a quien, para colmo, le duele algo. "Una sala de espera y el profesional cierran el círculo de una actividad en la que, por lo general, el paciente no desearía estar ahí. El esfuerzo debería ser grande para hacer de este espacio un sitio agradable y contenedor", explica el arquitecto Alejandro Nardini.

Por supuesto que una sala de espera espectacular no es sinónimo de excelencia profesional. Ojalá fuera así. Ya desde la puerta podríamos darnos cuenta de que de ese lugar vamos a salir curados o con un diagnóstico preciso. Pero no.

"Es vital que el paciente esté tranquilo antes de entrar a la consulta para saber qué transmitirle al médico. En mi sala de espera procuré usar elementos del Feng Shui: colores, cascada de agua... Para ayudar al paciente a relajarse", explicó Ana Negrillo, odontóloga. La clave, según la profesional, es comunicar confianza desde el momento en que el visitante pisa el lugar.

Son detalles, pero que en definitiva pesan al momento de elegir un profesional. Nunca falta el comentario sobre la sala de espera: "divina", "deprimente", "sucia", "confortable", "bien moderna", "¡llena de revistas!". Hay provincias que poseen requisitos para la habilitación de estos ambientes: señalan que la superficie no debe ser menor a los nueve metros cuadrados y que se tiene que incrementar tres metros cuadrados por cada local destinado a consultorio que se agregue.

El baño no puede faltar, con inodoro y lavatorio. O sea, un pasillo no es una sala de espera, tampoco el patio luz.

Tiempo muerto

Esos minutos u horas son un lapso durante el cual la persona le suma a sus problemas cotidianos el malestar de la patología. "En ese espacio la persona no hace nada programado hasta ser atendido", apunta Nardini. Entonces debe atravesar ese tiempo muerto concentrándose en una notebook, leyendo, viendo televisión o navegando con el celular.

"Si me preguntan qué debería tener una sala de espera, en primer lugar serían sillas o sillones confortables y en cantidad suficiente para que todos puedan sentarse", añade el arquitecto.

Entre los pecados están las revistas viejas ("¿a quién le gusta leer algo que ya pasó?").

Según Manuel González, odontólogo, la experiencia le demostró que lo que más disfrutan los pacientes son la televisión y el diario del día. "Todos los días compro uno y, además, la televisión está prendida desde que llega el primero hasta el final. A veces se olvidan de que están ahí y se enganchan tanto que te dicen 'quiero terminar de ver la novela'", revela el profesional. De esta manera, el buen humor está garantizado. Paula Aráoz, recepcionista en una clínica, afirma que a diario debe contener a los pacientes que esperan. Cuando sale algo mal (tarda mucho el médico, no hay revistas, la televisión no funciona) se descargan con ella. "Con el 90% no hay problemas, pero siempre hay un porcentaje que se queja y te trata mal", advierte. Su tarea tampoco resulta sencilla. Puede resultar simple, pero una visita puede ser el inicio o el final de una relación profesional.

La Gaceta - abril de 2012 - Nota completa

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