Prevención, la clave para combatir el aumento de casos de hepatitis

Una justificada inquietud causó la información acerca del crecimiento de los casos de hepatitis B o hepatitis C tanto en nuestro país como en el resto del mundo, advirtiéndose que las hepatitis virales constituyen un grave problema y que es necesario tratarlas como tal, como única alternativa para ganar eficacia en el combate que debe librarse.

De acuerdo a lo consignado en un artículo publicado recientemente en este diario, por lo menos una de cada cincuenta personas sufre en la Argentina hepatitis B o C -un tipo generalmente crónico de esta enfermedad que puede llevar a la muerte- aunque la mayoría de ellas no lo sabe o recién lo descubre cuando el daño hepático es severo, según datos que manejan los especialistas locales.

Las fuentes médicas enfatizaron en que las hepatitis crónicas, como la B o la C, son realmente peligrosas porque en la gran mayoría de los casos son asintomáticas. Explicaron que pueden llevar a una enfermedad grave, potencialmente mortal, sin que el paciente tenga antes ningún síntoma. Estos síntomas pueden aparecer sólo cuando la enfermedad se encuentra en una fase demasiado avanzada.

Según estadísticas internacionales, en el caso de la hepatitis B -para la cual hay vacunas que previenen la enfermedad- en todo el mundo hay unos 350 millones de personas afectadas (con un promedio de entre el 2 y el 3 por ciento de la población), mientras que en el caso de la hepatitis C -para la cual no hay vacunas- el índice de afectados llega al 2 por ciento de la población en promedio.

Se indicó además que, a diferencia de la hepatitis A, que se contagia por el agua o elementos contaminados y rápidamente genera síntomas claros como fiebre, vómitos, dolor abdominal y color amarillo, el virus de las hepatitis B y C se contagia "por el contacto con sangre y por vía sexual", según el caso.

Lo cierto es que no se trata de la primera ocasión en la que se ofrecen datos alarmantes acerca de la evolución de una enfermedad que, a través de sus diversas formas, suele ser recurrente y se convierte, sobre todo en el caso de la hepatitis A, en una verdadera epidemia.

Este no es el caso ahora, aún cuando la preocupación se justifica si se repara tanto en las causas del mal como en las posibilidades reales de curación -sobre todo si se habla de la hepatitis C- en situaciones que dejan a las claras la necesidad de una intensa política sanitaria por parte del Estado, encaminada a concientizar a la población acerca de las peculiaridades específicas de este mal.

A rasgos generales, habría que señalar que el caso de la hepatitis no es más que uno entre un número mucho mayor de males que afectan a millones de argentinos, sin que las manifestaciones se hagan lo suficientemente notables como para reclamar una consulta específica a los facultativos. Esto sugiere la conveniencia de que se realicen campañas periódicas, en forma particular para la hepatitis, para la detección de este tipo de afección.

Resulta clara la importancia que reviste la difusión de conceptos elementales, a través de una permanente enseñanza en torno a los cuidados previos y al comportamiento que debe observarse apenas se adviertan los signos de la afección, con el objeto de reforzar una tarea preventiva que, por ahora, es la única a la que puede recurrirse para paliar la incidencia del mal.

El Día, 08 de octubre de 2008, leer nota completa

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