Nuevamente la justicia argentina demora un trasplante hepático

JULIO CESAR BELTRAN NO PUDO SER TRASPLANTADO POR DEMORAS EN LA DECISION JUDICIAL

La historia de quien espera un transplante

Su vida corre peligro; él asegura que "cada día se muere un poco más". Pero la fuerza de la fe en la Virgen María y en su familia lo ayudan a seguir luchando. La familia del comerciante asesinado había aceptado la donación.

Se sienta, tiene aspecto de cansado, su hija de 10 años lo acompaña y le da fuerzas para contar su experiencia. Hace más de un año que Julio César Beltrán viene luchando contra su enfermedad. Después que le diagnosticaron un hepatocarcinoma (cáncer en el hígado) en noviembre de 2005 su vida cambió radicalmente y también la de su familia.
A partir de ahí comenzaron las idas y venidas por los médicos, pero todos concluyeron en lo mismo: sólo un transplante de hígado le salvaría la vida.
Se anotó en la lista del Cucai, con la esperanza de que pronto alguien le devolvería la vida. "Todos los días me muero un poco más", comentó el hombre de 45 años.
Sin embargo, frente a este panorama desolador que le toca vivir, una fuerza interna le da aliento para continuar. "Por María (la Virgen) sigo aquí", afirmó más con fe que con seguridad.

En medio del dolor

La trágica muerte del comerciante Marcelo Roccuzzo, el viernes pasado; si bien trajo mucho dolor y pesar a la familia, a Juan Carlos le devolvió la esperanza.
En un acto total de entrega y solidaridad los familiares decidieron donar los órganos de la víctima que había sido baleada en la cabeza por unos delincuentes que quisieron asaltarlo. La muerte cerebral del hombre y su posterior muerte total después de dos días, hacía posible la ablación de los órganos, entre esos el hígado.
A Juan Carlos le comunicaron que había posibilidades de que fuera operado inmediatamente, pero luego todo se frustró. "Eso me causó una angustia tremenda y mucho estrés, fue un golpe duro", confesó.
Según lo expuesto por el fiscal que investiga la muerte del comerciante, Guillermo Herrera, el médico forense no tenía decidido cómo realizar la autopsia por lo que el cuerpo no puedo ser entregado para la donación.
"Lo mismo me pareció una actitud realmente valerosa de la familia que decidió donar los órganos en medio de tanto dolor", dijo Beltrán con tono sincero. "No importa si yo no puedo recibirlo, lo que quiero es que todos sepan la importancia de donar los órganos", agregó.

Dar vida

"Ojalá la gente no tenga miedo de donar los órganos porque pueden salvar una vida. Si no lo hacen también destruyen una familia", dijo Milagros, la hija de Beltrán quien también quería expresar lo que sentía.
"Antes que me suceda esto no pensaba en donar, pero una vez que te toca, cambiás de pensamiento", dijo el hombre. Aunque aseguró que no quería hablar de la decisión judicial, Beltrán no pudo esconder la bronca y la desazón que le causó saber que debería seguir esperando. "Seguramente ellos no tienen familiares que estén pasando por esta situación, sino lo entenderían".
Ahora la fuerza de la fe y de la Virgen María lo mantienen de pie. "También el apoyo de mi familia, rezamos juntos y el dolor nos unió más". Los ojos se le cristalizan pero eso no le impide agarrar la mano de su hija y asegurar que no tiene miedo.

El Siglo Web 26 enero 2007

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