No solo los virus no controlados aumentarán la necesidad de trasplantes

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«Meterle de todo al cuerpo en sólo dos horas es destrozarlo»         Expertos en alcoholismo alertan de lo destructivo de la última tendencia

En la cultura mediterránea el alcohol ha estado siempre asociado con beneficios para la salud. Tomado con moderación, claro está. El problema radica en que hemos acabado por adoptar el modelo anglosajón. Ya saben: se abre el pub, se dispone de dos horas para beber lo que no hay en los escritos y pasado ese lapso una campanilla o pitido final indica que el tiempo para el festín se ha acabado. Todo así, a grandes tragos acelerados.

«Muchos jóvenes están usando este modelo anglosajón que les está haciendo polvo. No sólo beben en un espacio muy corto, sino que además toman otro tipo de sustancias. Pero meterle de todo al cuerpo en sólo dos horas es destrozarlo, ya que el organismo sufre un considerable deterioro porque en realidad se está intoxicando».

Quien así habla es Teresa Alcaide, psicóloga de la Asociación de ex Alcohólicos Granadinos (Grexales), que desde hace casi dos años dirige terapias a personas que desean superar su adicción a la bebida. Su testimonio no es tranquilizador: cada vez más ciudadanos reclaman esta clase de ayuda, y cada vez son más jóvenes. Ya hay chavales que a sus 12 o 13 años de edad beben de forma habitual, de tal modo que para ellos tres cubalibres tienen tanta importancia como atarse el cordón del zapato cada mañana.

Esta mezcla, juventud y alcohol, es inquietante. Uno de los grupos de terapia que tiene en marcha Grexales está formado por una quincena de personas, y muchas de ellas cuentan con menos de 30 años de edad. El más joven es un chico de tan solo 18 años que hace un mes se incorporó a la terapia y que desde entonces está ofreciendo una respuesta excelente.

Según la experiencia de la psicóloga Teresa Alcaide, hay un patrón bastante extendido en el inicio del consumo de alcohol entre jóvenes. Muchos de ellos comienzan su vínculo con él a los 15 años de edad, y casi siempre en compañía de los amigos. El alcohol adquiere en esos momentos inaugurales un carácter relacional, es decir, se bebe para pertenecer al grupo y no quedar excluido de él ni desplazado. Sólo en casos aislados el acto de la bebida responde a un deseo de evasión de los problemas cotidianos.

De la cerveza al cubata no hay más que medio paso. Pero a estas edades el principal problema de salud no viene derivado del alcohol, sino del consumo de diferentes sustancias simultáneamente. Es decir, el deterioro físico en este grupo de población se debe principalmente a la mezcla de estimulantes y depresores: alcohol y cocaína conforman un cóctel poco aconsejable.

En esta primavera de la vida la ingesta de la drogas ilegales todavía no está del todo arraigada, de modo que el alcohol es el elemento catalizador. Sí, hay más adicciones, pero si se vence la de la bebida, las demás se superan en cascada.
El Centro Provincial de Drogodependencias, de la Diputación de Granada, incide en esta línea. Advierte de que el efecto típico del largo consumo de alcohol es la cirrosis hepática, que difícilmente requiere trasplante de hígado. Para la cirrosis suele ser necesario beber notables cantidades y además hacerlo durante largo tiempo.

La mezcla, en suma, produce el mayor castigo físico a los jóvenes. La ingestión simultánea de productos nefrotóxicos y hepatotóxicos, de excitantes y sedantes, de depresivos y estimulantes, produce combinaciones imposibles. Y si además todo se consume rápido, muy rápido, el revoltijo es letal.
Son los peligros del modelo anglosajón, el de beber y consumir con la campanilla o el pitido final al acecho.

Idealdigital

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