Diagnostico olfativo del cáncer

Desde tiempos inmemoriales, o por lo menos desde los tiempos de Hipócrates, se les enseñaba a los físicos novatos que olieran el aliento de los pacientes para ver si estaban enfermos. Aunque desagradable para los médicos, es un truco útil.

El dulce aroma de las manzanas podridas indica que el paciente padece diabetes. Las enfermedades del hígado, por el contrario, a menudo vienen aparejadas con una respiración con olor a pescado. No obstante, el olfato humano no puede detectar todos los cambios químicos producidos por las enfermedades. Hoy, la ciencia busca oler lo que los doctores no pueden.

Diagnósticos olfativos

El objetivo es crear una suerte de nariz de diagnostico tan refinada como aquellas de los catadores de vino o de quienes fabrican los perfumes. La idea de crear una nariz para el diagnóstico se remonta a la década de 1970. En aquellos años, Linus Pauling, premio Nobel de Química, llevó a cabo el primer análisis científico serio acerca del aliento humano.

Él utilizó una técnica llamada cromatografía de gas, la cual permite separar los componentes de mezclas complejas con el fin de detectar alrededor de 250 componentes orgánicos volátiles que se encuentran en el aire y que son exhalados por los pulmones
Sin embargo, la cromatografía de gas por sí misma no puede identificar cada uno de los componentes, solo los separa. Para hacer las identificaciones, hay un segundo paso llamado espectrometría de masas, que calcula el peso de las moléculas de cada componente. Al utilizar la cromatografía de gas y la espectrometría de masas, investigadores pudieron, luego de años, identificar mas de 3 mil componentes que son regularmente exhalados, excretados o exudados por el cuerpo humano.

Hoy, lo que buscan es entender cómo pueden ser indicativos de enfermedad los cambios en las mezclas de estos componentes y encontrar las vías de reconocimiento de tales cambios fuertemente y de manera rutinaria.

A la caza de los olores sospechosos

Uno de los primeros médicos relacionados al campo del diagnostico olfativo, Carolyn Willis, del Hospital Amersham en Gran Bretaña, decidió realizar el trabajo en perros. Estos cuentan con el aparato nasal necesario para olfatear las enfermedades e incluso pueden, a través del olfato, diagnosticar el cáncer de vejiga. Hoy, la doctora entrena a los perros para que puedan detectar el cáncer de próstata y de piel.

No obstante, el entrenamiento a los perros tal vez no sea la mejor solución. Lleva tiempo y se necesitan capacidades especiales. Además, los perros solo pueden responder sí o no. No pueden describir matices, aunque los detecten. Boguslaw Buszewski, de la Universidad Nicolaus Copernicus, en Polonia, compara este enfoque con el control de la fiebre al tocar a un paciente en la frente: esto indica que la persona está enferma. Pero, solo al medir la temperatura con un termómetro se sabe cuán seria es la condición del paciente.

Michelle Gallagher, del Centro Químico Monell de los Sentidos en Filadelfia, confirmó que los primeros estadios del carcinoma basocelular, un tipo de cáncer de piel, puede ser detectado al analizar el hedor de la piel de una persona utilizando cromatografía de gas y espectrometría de masas. Para lograrlo, tomo muestras del aire que se encontraba inmediatamente sobre el tumor y comparo su composición con la del aire de los mismos lugares pero en la piel de personas sanas. A su vez, controló la composición del aire en la habitación cuando no había nadie presente. Descubrió que, aunque el aire tomado de ambos grupos contenía las mismas sustancias químicas, había una diferencia en las cantidades. Esto permitió producir el perfil del marcador tumoral, y significa que el cáncer puede ser diagnosticado a tiempo.

Para esto, Buszweski creó un dispositivo que puede ser programado para que se concentre en las moléculas más relevantes. Si es exitoso el desarrollo de este dispositivo, a fin de que este pueda trabajar con los perfiles del marcador tumoral en un amplio rango de enfermedades, el diagnóstico olfativo podría ser aplicado.

Diario Ciudadano, septiembre de 2008, leer nota completa

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