Mis hijos no saben que tengo sida…

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Hace ya 21 años que Miguel Ángel es seropositivo, es decir, portador del VIH. Desde entonces, ha pasado por varias fases hasta llegar a sus 45 años como un luchador activo contra la enfermedad. Es uno de los 429 casos acumulados de Sida que, según datos del Ministerio de Sanidad y Política Social, se detectaron en Cáceres hasta el 31 de diciembre de 2008. En el suyo fueron las drogas quienes le trajeron la enfermedad; su mujer, también drogadicta, se hizo un análisis de sangre y le dio la noticia.

-¿Alguna vez culpó a su mujer?
- No. Si algo he tenido claro es que ella no era la culpable de lo que me había sucedido. Yo me lo había buscado.

-¿Cómo ha llegado a ser un activista contra la enfermedad?
- He visto a mucha gente caer. Me di cuenta de que o me ayudaba o caía como ellos. Ha sido muy fuerte ver a muchos amigos en una cama de hospital sin poder moverse como auténticos muertos vivientes. Hace diez años me dije a mi mismo que debía romper la barrera y empecé a informarme, a leer, a asistir a congresos.

- Su familia sufriría un shock al enterarse.
- Sí, al principio sí. Pero me han apoyado mucho, de hecho mi hermana es enfermera. Mi madre es mayor, tiene 85 años, pero tiene una mentalidad actual. Y mis hijos (tiene dos, uno de 23 y otra de 9 años), no lo saben, pero quiero contárselo en el futuro, tranquilamente. Con mi hijo mayor no es fácil, no sé la idea que tiene en la cabeza del VIH. No es un vecino, son mis hijos y es difícil.

«Fui al médico de cabecera, y cuando vio los análisis de sangre se echó para atrás con la silla. Nunca se me quitará esa imagen»

-Tuvo su segunda hija cuando ya tenía la enfermedad, una hija deseada que además es sana. ¿Qué medidas tomaron para que no se infectara?
-Ninguna. Es una lotería, yo jugué y me tocó premio. Hablamos con mi médico y tras tener la enfermedad controladadA me dijo que adelante, la madre de mi hija no es positiva, por lo tanto había altas probabilidades de que la niña saliera sana. Y así fue, pero si mi pareja hubiera tenido el virus, no me habría arriesgado.

- Ahora que lleva tantos años conviviendo con la enfermedad, ¿qué diferencias ha encontrado con respecto a hace 20 años?.
-Muchas, en principio la medicación. Depende del caso, pero yo al principio tomaba catorce pastillas diarias y ahora sólo una, la Truvada. Además, ahora el aspecto de los enfermos no es como en el pasado que todos estaban muy delgados, ahora hay algunos que pesan bastante. Por otro lado, hay más información y los profesionales nos miran como a personas. Pero el mayor logro es poder hablar libremente de esta enfermedad crónica.

-¿A cuánto asciende el tratamiento de un mes?
- La pastilla que me tomo yo cuesta 600 euros un bote de 30, justo para mes. En España la Seguridad Social lo costea. Debemos ir a las farmacias hospitalarias, y sólo podemos recogerlas los afectados.

-¿Miguel Ángel, cómo le ha afectado la enfermedad?
- El virus ataca a las defensas, al no tenerlas fuertes es el doble de perjudicial para la salud y los tratamientos tienen efectos secundarios. Yo tengo hepatitis y lipodistrofia (pérdida de grasa corporal). Por supuesto, debo tener un control, cada tres meses voy al Hospital Virgen de la Montaña, allí me miran los pulmones, el peso, la hepatitis, y, como no, el estado de ánimo. Es importante saber que el Sida no mata, sino las enfermedades oportunistas, una gripe severa por ejemplo.

-¿Ha sentido muchas veces en su vida el rechazo en la sociedad?
- Puf, sí muchas. Recuerdo especialmente una. Cuando mi pareja me dijo que tenía VIH, fui a mi médico de cabecera, me hice unos análisis de sangre y al verlos se echó para atrás con la silla, y yo pensé: ¿qué tengo?. Nunca se me quitará de la cabeza esa imagen. Pero no le culpo, quizá yo hubiera reaccionado igual. De todos modos, le perdono. Era un tema nuevo y tabú.

-En su caso se infectó por el mundo de la droga. Hoy cuáles son los colectivos que más sufren el Sida?
-La prostitución, en primer lugar. Es impresionante cómo se ha extendido. Conozco casos que al darles la noticia han reaccionado muy mal y no han tomado ninguna precaución para prevenir el contagio. Yo uso preservativo y nunca dejaría mi maquinilla de afeitar. También los homosexuales y los drogadictos son colectivos de riesgo, aunque el uso de las jeringuillas está desapareciendo.

Hoy – 2 diciembre 2009 – nota completa

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