Mejora la situación de la hepatitis C en cárceles españolas

Un estudio en las cárceles revela una mejora del tratamiento por hepatitis C entre los reclusos
La inmigración y la implicación de los médicos, factores de la reducción de la infección

A pesar de que la población reclusa es uno de los grupos con mayor prevalencia de infección por la hepatitis C, el número de internos afectados ha disminuido en los últimos años. Alrededor del 28% de los internos de las cárceles españolas padece hepatitis C crónica, frente al 48% en 1998. En Fontcalent, estas cifras han bajado al 15%.

Esta reducción ha sido posible gracias "al aumento de población penitenciaria inmigrante, que procede de países en los que no es habitual el consumo de drogas por vía intravenosa y, por tanto, en los que es escasa la transmisión parenteral de esta infección", explicó ayer el doctor Pablo Saiz de la Hoya, médico de Fontcalent, quien participó en el VII Congreso Nacional de Sanidad Penitenciaria

Ahora bien, también ha sido determinante "la sensibilización tanto de los profesionales médicos como de los propios pacientes sobre la importancia de esta patología, un factor muy importante para llevar a cabo el tratamiento", según matizó el doctor Andrés Marco, coordinador del Programa VIH/Sida del Centro Penitenciario La Modelo de Barcelona.

El correcto diagnóstico y el éxito del tratamiento son posibles por el seguimiento de la indicación terapéutica. Para algunos reclusos, el hecho de llevar una vida marginal y con escaso acceso al sistema sanitario, la estancia en prisión suele ser "la primera oportunidad para optar al tratamiento", aseguró el médico de Fontcalent.

El especialista ha coordinado el estudio Ribadot, cuyo objetivo ha sido valorar si el Tratamiento Directamente Observado (supervisado por personal sanitario) del antiviral ribavirina y del interferón pegilado alfa-2a es o no más eficaz que la autoadministración de estos fármacos. Los resultados en la semana 12 de tratamiento "muestran unas tasas de éxito que ofrecen una mayor probabilidad de curación", apuntó el Saiz de la Hoya, quien añadió que "la tasa de respuesta viral precoz alcanza el 87% de los pacientes, de los cuales el 72,9% obtuvo en la semana 12 carga viral indetectable".

Irritabilidad, depresión, cansancio y alteraciones en los análisis de sangre con disminución de los leucocitos y plaquetas o anemia son algunos de los efectos secundarios que se producen con más frecuencia, según puntualizó el doctor Ricard Solá, jefe de Hepatología del Hospital del Mar de Barcelona. Para este investigador, "los trastornos psiquiátricos y los hematológicos son las primeras barreras a la hora de iniciar el tratamiento" con los reclusos.

Las Provincias, noviembre de 2008. Leer la nota completa

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