Antioxidantes

La acumulación intrahepática de nitrotirosina en hepatitis virales crónicas se asocia con mayor severidad histológica en enfermedad hepática. Los antioxidantes podrían jugar un papel relevante en su tratamiento.

El virus B de la hepatitis, en sí mismo, es capaz de producir óxido nítrico (NO). El fenómeno, observado en células cultivadas, también se ha comprobado in vivo en pacientes con infección. Este hecho, cuyos datos se confirmaron en un estudio publicado en The Journal of Clinical Investigation, originó posteriormente otra pregunta: la presencia de NO, producido de una manera anormal por los virus de la hepatitis B y C en los hepatocitos, ¿es beneficiosa o deletérea?

Un nuevo estudio, publicado este mes en el Journal of Hepatology, dirigido por Carmelo García-Monzón, coordinador de la Unidad de Hepatología del Hospital Santa Cristina, de Madrid, y que ha contado con la colaboración del equipo de Ricardo Moreno Otero, del Hospital de La Princesa, también en Madrid, ha arrojado luz sobre la función del NO. Este agente, producido en cantidades excesivas, reacciona con determinados aminoácidos metabólicos que dan lugar a la aparición de peroxinitrito y, en última instancia, de nitrotirosina.

Según ha explicado a DM García-Monzón, la investigación llevada a cabo demuestra que en los hepatocitos de pacientes infectados por los virus B y C de la hepatitis había una acumulación aberrante y excesiva de nitrotirosina.
"La nitrotirosina se puede producir también en otras hepatopatías, como la alcohólica, pero no alcanza la intensidad de acúmulo de los virus, tanto en el B como en el C. Este efecto se produce en primer lugar por el virus per se, pero se refuerza, además, porque la hepatitis crónica está mediada por una respuesta inmune del huésped frente al virus".

Combinación

El hepatólogo considera que ante esta evidencia se puede actuar de dos formas: inhibir la producción de NO en el hepatocito o inhibir o contrarrestar la formación de radicales libres. La primera opción no es todavía válida porque no es posible conseguir una inhibición selectiva y específica del NO. "La aplicación actual más viable es inhibir la producción excesiva de radicales libres, que generan estrés oxidativo, con fármacos antioxidantes, hecho que se ha evidenciado in vitro en hepatocitos".

No obstante, García-Monzón ha insistido en que la puesta en marcha de esta nueva vía terapéutica para las hepatitis B y C debe ir asociada obligatoriamente a los antivirales convencionales, como el interferón y la ribavirina. "La unión de un antioxidante a los antivirales clásicos podría mejorar la respuesta terapéutica global".

El estudio coordinado por el equipo del Santa Cristina es el primero que ofrece evidencias patogénicas -ya existían sospechas muy sólidas llevadas a cabo por otros grupos- de los potenciales beneficios de los antioxidantes. Uno de los objetivos de García-Monzón, que es también miembro de la Asociación Española del Hígado, "es promover el uso de estas sustancias en estudios multicéntricos y confirmar las mejorías de las respuestas histológicas al tratamiento con antivirales y antioxidantes, así como en el número de respondedores al mismo".

Los razonamientos
Uno de los efectos del óxido nítrico (NO) es su capacidad de reaccionar con radicales libres, por lo que se pensaba que era beneficioso, ya que actuaba como tampón de sustancias como el anión superóxido. "Sin embargo, cuando se genera en exceso, el NO es capaz de producir un tóxico más deletéreo que el original, el peroxinitrito, un potente agente oxidante. En los hepatocitos infectados, en los que también existen células inflamatorias anexas que fabrican radicales libres, el NO se desencadena de manera elevada y anormal".
El peroxinitrito reacciona además con los aminoácidos, lo que conduce a la nitración de los aminoácidos, hecho conocido como nitrotirosina, "un producto irreversible y de daño hepatocelular final. Esta cadena ratifica que el NO es perjudicial".

Raquel Serrano

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