Trasplante hepático, El Club de la Vida

La Fe ha superado esta semana los 1.600 trasplantes de hígado cuando se cumplen 18 años de la primera intervención en Valencia.

RAMÓN FERRANDO-VALENCIA - El club de la vida tiene 1.602 socios. El Hospital La Fe lleva dieciocho años prolongando la vida a enfermos hepáticos que estaban desahuciados. Vicente Fabra y Manuel Silla tuvieron la suerte de encontrar un donante compatible. Otros enfermos se han quedado por el camino, aunque en Valencia hoy por hoy sólo fallece el dos por ciento y la lista de espera apenas dura dos meses y medio.
Vicente Fabra, fundador de la Asociación de Trasplantados Hepáticos de la Comunitat Valenciana, no prueba ni una gota de alcohol desde hace 18 años, pero lamenta que algunos enfermos sí lo hacen porque "no son capaces de asimilar el regalo que les han hecho". Fabra tuvo que dejar su trabajo en el puerto de Valencia después de que le detectaran una cirrosis causada por el consumo de alcohol que estuvo a punto de costarle la vida. Los médicos le informaron de que o le colocaban un hígado nuevo o moriría en menos de un año.

El equipo de cirujanos de La Fe, dirigidos por el doctor José Mir, realizó el primer trasplante de hígado en la Comunitat Valencia el 5 de enero de 1991. Vicente Fabra fue el noveno en recibir un hígado. "El 13 de octubre de 1991 me llamaron de La Fe para decirme que había un hígado. Tuve mucha suerte porque algunos pacientes no llegaron. Mi vida cambió ese día", asegura.
La Fe practicó en 1991 once trasplantes hepáticos. El año pasado realizó 104. El cirujano José Mir está convencido de que hoy en día lo más complejo "es el postoperatorio inmediato. La mortalidad se aproxima al dos por ciento".
Vicente Fabra, que ha cumplido 67 años, insiste en que es esencial la fuerza de voluntad para superar la enfermedad ya que en muchas ocasiones está ligada al alcoholismo. "Algunos trasplantados hepáticos han fallecido porque continuaron bebiendo. Es de locos. La esperanza de vida es igual que la de otra persona si te cuidas. El hígado no tiene fecha de caducidad", afirma.
Algunos enfermos necesitan el trasplante porque se han contagiado de hepatitis con un virus. Manuel Silla, ex presidente de la Asociación de Trasplantados Hepáticos de la Comunitat Valenciana, se contagió de hepatitis C. "Tuve mala suerte ya que la hepatitis quedó mal curada y me provocó un cirrosis hepática. Los médicos me informaron que la única salida era un trasplante", afirma.
Silla, que tiene 64 años y es ex director de la oficina de La Caixa de la Gran Vía Germanías, no aceptó el primer trasplante. Aquellos días llegó a pesar cuarenta kilos cuando su complexión normal es de cien kilos.
"En aquel momento había una lista de espera de más de un año, aunque a mí me colocaron en una preferente porque me moría. Me operaron en julio de 1996, pero no fue bien", recuerda. Manuel Silla estuvo tres meses en coma al rechazar el primer trasplante. Sin embargo, tuvo una segunda oportunidad. En enero de 1997 apareció un segundo hígado. "Sólo sé que era de una persona del País Vasco. Me salvó la vida", afirma convencido.

Cambio de opinión
Manuel Silla ha ayudado a otros pacientes. Su historia conmovió a unos padres de Turís que acababan de ver morir a su hijo tras un accidente de hípica y que se negaban a donar los órganos. La coordinadora de órganos de La Fe les dijo: "ese-señalando con el dedo a Manuel Silla- vive gracias al hígado que le han dado". La madre se emocionó al verlo y aceptó que a su hijo le retiraran los órganos antes de enterrarlo.
Cada trasplante de órganos moviliza a cien profesionales. Los cirujanos disponen de cuatro horas desde la muerte del donante para que el órgano sea viable. Las intervenciones quirúrgicas duran cuatro horas. En los primeros trasplantes hepáticos se empleaban más de once horas.
Mientras los receptores reiteran que esencial que "la sociedad done órganos", el equipo de cirujanos de La Fe ya espera el próximo hígado y lo tiene todo preparado para salvar la vida 1.603.

El Levante - 08 de junio de 2009 - Leer la nota completa

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