Aspectos de la Hepatitis Autoinmune

Hepatitis Autoinmune

¿Qué es?

La hepatitis crónica autoinmune es una enfermedad crónica caracterizada por inflamación del hígado, que se produce por la reacción anormal del sistema inmune contra las estructuras normales del propio hígado. Se han descrito tres variantes de la enfermedad, cada una con un patrón algo distinto en los análisis y una evolución también diferente, más agresiva en la hepatitis crónica autoinmune tipo II.

¿Cuáles son sus causas?

No se conoce la causa de este tipo de hepatitis. Como ocurre con otras enfermedades autoinmunes, probablemente existe una predisposición genética, a la que se debe unir un factor desencadenante adquirido que no es conocido. En este sentido, esta enfermedad se asocia con algunos genes, como son los antígenos de histocompatibilidad HLA-B8 y HLA-DR3.

¿A quién puede afectar?

Se trata de una enfermedad no muy frecuente, ya que supone en torno a un 10 de todas las hepatitis crónicas. Afecta con mayor frecuencia a mujeres que a varones. En cuanto a la edad, existen dos periodos en los que es más frecuente, uno en adolescentes o adultos jóvenes, entre los 15 y los 25 años, y otro en adultos en edad media, entre los 45 y los 60 años.

¿Qué síntomas produce?

Los síntomas que produce la hepatitis crónica autoinmune son muy variables. La mayor parte de los enfermos están asintomáticos, y la enfermedad se descubre por las alteraciones analíticas encontradas en una revisión rutinaria o realizada con otro motivo. En una cuarta parte de los enfermos pueden existir síntomas de hepatitis aguda, con fiebre, malestar, náuseas, y aparición progresiva de ictericia.
Es común la existencia de aumento del tamaño del hígado, llamado hepatomegalia, y, cuando existe enfermedad avanzada pueden aparecer otros síntomas secundarios, como aumento del tamaño del bazo, ascitis y otros.
En las mujeres jóvenes no es infrecuente la aparición de amenorrea, acné facial, hirsutismo y estrías en la piel.
Esta enfermedad puede asociarse en un mismo enfermo a otras enfermedades autoinmunes, como son la tiroiditis de Hashimoto, la diabetes mellitus, la colitis ulcerosa o la anemia hemolítica autoinmune.

¿Cómo se diagnostica?

El diagnóstico de esta enfermedad parte del hallazgo, en un paciente con síntomas o sin ellos, de una elevación de los niveles en sangre de las transaminasas, como ocurre en todos los tipos de hepatitis. A partir de ahí, el estudio analítico en esta enfermedad muestra típicamente un gran aumento de un tipo de proteínas, las gammaglobulinas, y la existencia de autoanticuerpos, o sea, anticuerpos contra estructuras propias, con distintos patrones en las tres diferentes formas de la enfermedad. Para confirmar el diagnóstico es preciso realizar una biopsia hepática, así como descartar otras posibles causas de hepatitis crónica, como son fundamentalmente los virus y el alcohol.

¿Cómo se trata?

Al tratarse de una enfermedad de causa desconocida no existe un tratamiento curativo de esta enfermedad. Sin embargo, como se conocen cada vez mejor los mecanismos que dañan el hígado en esta enfermedad, mediada por el sistema inmune, existe un tratamiento que es capaz de mejorar los síntomas, normalizar las alteraciones analíticas, y, lo que es más importante, detener o enlentecer la evolución de la enfermedad. El tratamiento se basa en medicamentos inmunosupresores. Inicialmente se utilizan los corticoides, sobre todo la prednisona, que permite una rápida mejoría en el 90 de los enfermos. Con objeto de mejorar la respuesta y lograr también utilizar dosis menores de corticoides, en muchos casos pueden añadirse al tratamiento otros inmunosupresores, tales como la azatioprina y, más recientemente, la ciclosporina.
En los enfermos con enfermedad avanzada, que ya presentan una cirrosis hepática, puede estar indicado el trasplante hepático.

¿Cuál es la evolución de la enfermedad?

La hepatitis crónica autoinmune sin tratamiento evoluciona hacia la cirrosis hepática. Se trata de una enfermedad en muchos casos agresiva, fundamentalmente en la variante de tipo II y también en las personas de edad más avanzada en el momento de comenzar la enfermedad, por lo que esa evolución hacia la cirrosis puede ocurrir en muy pocos años. El pronóstico de la enfermedad ha cambiado significativamente con los tratamientos disponibles, y la mayoría de los enfermos pueden controlar bien su enfermedad con la medicación.

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