Testimonio de una persona a la que se le transplantó un hígado en Venezuela

Pasó la noche anterior desvelada. El dolor y la ansiedad le interrumpían el sueño y tanto silencio en el piso 3 la ponía nerviosa. Llevaba año y medio hospitalizada en ese cuarto del Hospital Clínico Universitario y no se acostumbrada a la idea de morir por una cirrosis terminal. Lerys Rodríguez de Luque tenía casi 20 años combatiendo su hepatitis crónica, así que la hospitalización la asumía como una etapa más.

Se levantó a las 3:00 am para ducharse. Recuerda bien ese detalle porque cuando le dieron la noticia la mañana siguiente, la del 28 de febrero de 2007, quiso darse otro baño y el agite se lo impidió. Su celular sonó cerca de las 9:00 am.

Era la doctora Beatriz Rojas: "Señora Lerys, debe estar en la clínica (Policlínica Metropolitana) a las 11:30 am. Su órgano viene en camino".

Colgó el teléfono, preparó su maleta y tomó un taxi porque la ambulancia del Clínico estaba dañada. Se había anotado en la lista de espera seis meses antes.

Fue privilegiada, pues según los datos de los expertos en trasplante, el promedio de espera en Venezuela es entre 12 y 18 meses.

Llamó a su esposo para anunciarle la buena nueva. Rodolfo José Luque se desvió de su ruta al trabajo en Catia La Mar y se dirigió a Caracas.

El órgano se mantenía refrigerado en la clínica. La cirugía debía practicarse antes de que transcurrieran las seis horas máximas que puede aguantar un hígado para ser trasplantado. La operaron en la unidad especial en Caracas dedicada al trasplante de hígado, que funciona en la Policlínica Metropolitana. Rodríguez ingresó al quirófano a las 3:00 pm y la cirugía se extendió hasta la madrugada. Su esposo recibió el resultado en la sala de espera: El trasplante fue un éxito.

No supo quién fue el donante (una información que no se suministra); sólo que se trataba de un joven de 19 años de edad que falleció.

Las diligencias realizadas por Fundahígado y la Organización Nacional de Trasplante de Venezuela (única autorizada en el país para tramitar las donaciones) canalizaron el procedimiento.

Desde que la organización inició actividades en 2001, la donación de órganos se ha cuadruplicado, según datos de esta asociación civil adscrita al Ministerio de Salud. En los últimos 8 años, los pacientes que han recibido córneas, riñones o hígados de otras personas superan los 4.000. La gerente ejecutiva, Zoraida Pacheco, dice que el índice anual se elevó desde 2001 de 0,5 a 3,6 donantes por cada millón de habitantes (110 donantes por año), lo que representa un incremento de 400% en la cantidad de donantes.

Sin embargo, Venezuela sigue ubicándose muy por debajo del índice en América Latina, que es de 7 en promedio, precisa Pacheco. El país ocupa el sexto lugar en Suramérica.

La cantidad pico de donaciones que se registró en 2007, 3,6 donantes, bajó un año después a 3,3. Este descenso, señala Pacheco, responde a múltiples causas, entre ellas, el desconocimiento sobre el tema, el déficit asistencial y de recursos humanos, y el retraso en la reforma a la Ley de Trasplantes vigente desde 1992.

En los países con altos índices como España (34 por cada millón), Uruguay (19), Argentina (13) y Colombia (9), la legislación establece que todos son donantes hasta no manifestar lo contrario.

Los primeros pasos. Lerys Ro- dríguez tenía 17 años de edad cuando le diagnosticaron hepatitis crónica autoinmune.

Los especialistas del Hospital Clínico Universitario ­donde siempre se trató­ comenzaron a evaluarla como paciente de protocolo, pues era la primera persona con esa enfermedad en el país. Le dijeron que le quedaban cinco años de vida.

Inició el tratamiento y el novio con quien llevaba un año de amores, Rodolfo Luque, le pidió que se casaran.

Los expertos coinciden en que en esa época, a finales de los años ochenta, la donación de órganos era un tema poco conocido en Venezuela y estas cirugías no eran tan frecuentes, a pesar de que muchos años antes, en 1967, se había hecho el primer trasplante de riñón en el país, en el Hospital Universitario de Maracaibo.

Dos décadas después de aquella cirugía, en 1987, se efectuó el primer trasplante de hígado. En aquel momento, Rodríguez ya había sobrevivido un año al tiempo límite que los médicos le habían anunciado en su diagnóstico.

La tasa de donantes para entonces no pasaba de 1 por cada millón de habitantes (sistema de medición mundial).

Los médicos le aconsejaron que solicitara un órgano sano en Colombia. "Había que pagar 250.000 dólares y eso era imposible para mí", recuerda Rodríguez.

Pudo controlar su enfermedad varios años más. En 1997, mientras ella se aferraba a los medicamentos, un grupo de especialistas fundó la Organización Nacional de Trasplante de Venezuela, inspirados en el modelo español, país que tiene el índice de donantes y trasplantes más elevado del mundo. Desde que el programa comenzó, en Venezuela el énfasis se ha puesto en trasplantes de riñones, córneas, hígados y médulas óseas.

Los de corazón se dejaron de practicar a comienzos de los noventa. Las razones, refiere el cirujano cardiovascular del Hospital de Clínicas Caracas, José Figueredo, son diversas: los costos de la intervención son muy elevados (superan las de riñón o hígado), resulta más complicado conseguir donantes de corazón que de otros órganos, y existe déficit de profesionales especializados en el área. Esta operación, subraya, es de altísima complejidad; para ser experto en trasplante de corazón se requieren al menos dos décadas de formación y son muy pocos los cirujanos dedicados a esta área en el país.

Afirma que en Venezuela se realizaron pocas intervenciones de este tipo; no más de 10 desde el primer trasplante de corazón practicado en 1969, en el hospital militar. El paciente no sobrevivió. Fue en 1987 cuando se hizo el primer trasplante exitoso, en el hospital Miguel Pérez Carreño.

El presidente de la Federación Médica Venezolana, Douglas León Natera, le atribuye la suspensión de este tipo de trasplantes
al escaso apoyo que ha tenido por parte del Gobierno. "No otorgó más recursos a la unidad especializada en el Pérez Carreño y dejó que se fueran los especialistas.

Ha habido una fuga importante de profesionales: 50% de los médicos ha emigrado de los hospitales hacia las clínicas o al exterior, y la cirugía de trasplante es una especialidad que requiere de muchos años de formación".

Una de las promesas que hizo el Gobierno a principios de 2009 fue reactivar el programa de trasplante de corazón en el Hospital Clínico Universitario y en el cardiológico infantil de Antímano. Todavía no se ha implementado.

Los obstáculos. En Venezuela, según la Organización de Trasplante la cifra es todavía baja porque es donante sólo aquel que así lo decida. "De cada dos familias, una se niega. A las personas les da miedo porque piensan que los van a perseguir para quitarles el órgano o porque no serán atendidos adecuadamente. Es un tema tabú que no se habla abiertamente en casa", señala Pacheco.

Pedro Rivas, el médico que operó a Lerys Rodríguez, es uno de los que tiene más experiencia en esta materia.

Considera que una de las grandes limitaciones es la escasez de profesionales, sobre todo en el interior. "En Caracas, sólo hay cuatro cirujanos dedicados al trasplante de hígado: dos emigraron, uno se dedicó a otra cosa y quedo yo. Hay un grupo reducido en Maracaibo, pero no somos suficientes para atender la demanda nacional".

Otro de los obstáculos es la escasa dotación de camas con ventilación mecánica en hospitales. El déficit de equipos impide que se pueda mantener con respiración artificial a alguien que haya fallecido y sea donante potencial de riñón, córneas o hígado (lo ideal sería que 10% de las camas en hospitales contara con este equipo).

En 2007, la refracción en centros de salud obligó a cerrar áreas de emergencia y terapia intensiva, por lo que también disminuyó la cantidad de trasplantes realizados.

Actualmente hay en lista de espera 1.530 personas. La mayoría (cerca de 1.000) aguarda por un riñón sano.

La demanda siempre ha sido mucho más elevada que la oferta, afirma la nefróloga pediatra y coordinadora hospitalaria de la Organización de Trasplante, Elizabeth Montoya. Los coordinadores hospitalarios son médicos con formación especializada en Venezuela y España. Sirven de enlace entre los donantes, el centro de salud donde se realizará la cirugía y el paciente.

Hasta ahora sólo hay 14 coordinadores en todo el país (6 en la capital y 8 en el interior).

Por ello, entre sus retos figura ­dice Montoya­ aumentar la cantidad de profesionales especializados.

También apuntan a la sensibilización del personal médico que labora en atención crítica, pues es obligatorio (según disposición del ministerio) activar la alarma cuando atiendan a un paciente que fallece por muerte cerebral.

"Un donante que muere en un centro de salud puede ayudar a siete personas más: a dos que necesitan córneas, a dos que requieren riñones (que a su vez liberan dos cupos para diálisis), y a una séptima que espera por un hígado", señala la coordinadora.

La Organización de Trasplante se ha puesto como meta subir a 4,6 donantes por cada millón de habitantes y reducir la cantidad de pacientes que se ve obligada a operarse en el exterior, lo cual resulta inaccesible para muchos. Un trasplante de riñón puede costar 45.000 dólares y uno de hígado 75.000 dólares, precisa el cirujano Pedro Rivas.

En Venezuela, la cirugía y los tratamientos postoperatorios son gratuitos gracias al subsidio del Estado.

Así fue para Lerys Rodríguez.

Los 20 años que padeció hepatitis crónica se detuvieron en febrero de 2007. "El donante es un ángel que vive dentro de mí. Le rezo cada 28 de febrero para agradecerle por esta segunda oportunidad".

Entorno Inteligente – 18 octubre 2009 – nota completa

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