Juan Carlos García Valdecasas, cirujano: «España se queda sin cirujanos hepáticos»

juan carlos garcia valdecasas Le preocupa que no haya una generación de profesionales preparados para tomar el relevo, por eso está inmerso en un proyecto para formar especialistas de élite en una cirugía tan complicada como es la que afecta al hígado

Este catalán de ascendencia gallega fue de esos profesionales que, por amor propio y a su trabajo, salieron a formarse al extranjero –en su caso a Reino Unido, Holanda y EE UU– para aprender de los mejores. Luego trajeron a España todas esas técnicas y conocimientos adquiridos hasta situar algunos centros hospitalarios a la vanguardia en trasplantes de órganos. Si a esa cirugía de primer nivel se le une el hecho de que nuestro país bata cada año los récords en donaciones, el panorama debería ser más que alentador. Pero algunos detalles que apunta el experimentado cirujano invitan a la preocupación. Con todas sus bondades, nuestro sistema no permite que reciban un hígado la totalidad de los pacientes que lo necesitan y, por otra parte, no hay jóvenes que se estén formando para hacerse cargo en el futuro de la compleja cirugía hepática.

- Se acaban de cumplir 25 años desde que se llevó a cabo el primer trasplante hepático en España, ¿es muy diferente una intervención de este tipo hoy con respecto a la que se practicó entonces?
- Sí, fue en marzo de 1984, en el Hospital de Bellvitge, en Barcelona. No tiene nada que ver. Entonces un trasplante de hígado era algo épico, once horas de intervención, veinte unidades de sangre... Ahora la operación dura unas cinco o seis horas y se evita la transfusión de sangre en un 30 por ciento de los casos.

-¿Cuál es la causa más frecuente que lleva a una persona a necesitar un órgano nuevo?
- La cirrosis. El virus C de la hepatitis es el que lleva a una hepatitis crónica que deriva en la cirrosis hepática. Eso ocurre en el 35 por ciento de los casos, el resto guarda relación con enfermedades como la colangitis o la cirrosis biliar primaria. Otras están provocadas por el consumo de alcohol. Éstas representan en torno a un 15 por ciento.

-... Y las setas, ahora que estamos en temporada. Mucha gente desconoce que puede necesitar otro hígado por comer la seta equivocada.
- Es poco frecuente, pero cada año, por  esta época, aparece una persona que se ha tomado la amanita phalloides, que es capaz  de provocar una destrucción masiva del hígado, lo que implica un trasplante inmediato.

- Está preocupado por el futuro de la cirugía hepática, una especialidad muy compleja, ¿por qué?
- Si queremos mantener la Sanidad que tenemos en España hay que abordar este punto. La cirugía hepática dio un salto cualitativo importante en los años 80 cuando, por iniciativa, ambición o preocupación personal, algunos médicos salieron de España. Se formaron en otros países y regresaron para desarrollar el trasplante. El problema es que la inercia se rompe. Los médicos nuevos entienden poco una dedicación tan exigente con el hospital, estar pendiente de que salga un donante un viernes, un sábado, un domingo, en vacaciones y haya que salir de casa a practicar el trasplante. Supongo que no les apetece, vivimos en una sociedad del bienestar, quieren vivir su vida, familia, amigos... Muchos escogen un camino más tranquilo, en un hospital comarcal, no les compensa esa dedicación exclusiva que encima está mal pagada

- En resumen, que no habrá cirujanos en España en un horizonte próximo...
- La edad media de los cirujanos de trasplante es de unos 56 o 57 años. Ahora las necesidades están cubiertas, pero lo normal sería que fuésemos cediendo el testigo a personas que tengan ilusión y quieran abrirse camino, pero falta esa siguiente generación.

-¿Hay alguna receta para formar nuevos cirujanos?
- La formación de un cirujano siempre es más complicada que la de un médico. Necesita de 3 a 5 años más para liderar un grupo de una cirugía tan complicada como es la cirugía hepática de trasplantes. Ante el problema del que hablaba, hemos puesto en marcha una iniciativa que contribuya a paliar la escasez de médicos antes de que sea demasiado tarde. Junto con la compañía farmacéutica Astellas, que preside en España José María Martín Dueñas, nos pusimos de acuerdo para hacer una convocatoria ilusionante y atractiva para formar a gente que se pueda ir a cualquier parte de España a iniciar a nuevos equipos de trasplante.

- ¿Cómo funciona este programa?
- En España hay 23 unidades de trasplante hepático, pero lógicamente no todas tienen un volumen de actividad tan alto como para que el nuevo cirujano adquiera la experiencia suficiente. Así que el candidato elegido entre los 18 aspirantes que se presentaron, va a trabajar haciendo todo tipo de cirugía en los hospitales de Bellvitge, el Vall d’ Hebron y el mío, el Clínic. Entre los tres hacemos cerca de 300 trasplantes al año más toda la cirugía relacionada con el hígado. Este médico joven que entra en el programa rotará por las tres unidades durante dos años, con lo que entrará en contacto con muchas situaciones diferentes. No es una mera beca, aunque tenga un fondo para esa formación; esta persona tendrá un contrato con el hospital como cualquier otro especialista.

-¿La idea viene de Estados Unidos? Suena muy de allí...
- Sí, es un diseño americano. La figura que se forma es la de un «fellow». Será un profesional de prestigio y eso es muy importante en una sociedad que demanda que quien le opere de lo que sea cuente con la formación adecuada y experiencia.

- Independientemente de esos problemas de falta de personal, ¿hay un hígado para todos los pacientes que lo requieren?
- La verdad es que siempre hacen falta. Cerca de 2.000 pacientes se quedan cada año sin el trasplante que necesitan a pesar de que hacemos más de mil trasplantes en España. El problema es que el hígado no tiene sustituto artificial y eso provoca que muchos pacientes no lleguen al trasplante. No es como el riñón, ya que puedes someter a un paciente a diálisis para mantenerle vivo.

- ¿Es una opción usar una parte del hígado de un familia como solución?
- La priorización es importante para evitar que el enfermo más grave reciba el trasplante, pero como no somos capaces de llegar a todo el mundo está justificado el donante vivo. Pero esto tiene un balance riesgo/beneficio muy débil, que hay que saber valorar. El riesgo de muerte del donante es del 0,3 por ciento y el riesgo de complicaciones hasta 20 por ciento. Se puede vivir con medio hígado y nosotros llevamos en nuestro hospital unas 70 intervenciones de este tipo y los donantes gozan de buena calidad de vida, pero éstos no están protegidos por la Ley. Encima de que han dado la vida a otra persona pueden encontrarse con problemas laborales o que no les quieran hacer un seguro de enfermedad. Es muy injusto.

- ¿Se podrán crear, en un futuro, hígados de repuesto?
- Es el órgano más complejo. A todo el mundo le llama más la atención el corazón, pero lo que tienen delante no es más que célula muscular que se contrae y se relaja muy ordenadamente. El hígado, sin embargo, tiene funciones muy complejas que no sólo se limitan a eliminar tóxicos, sino, por ejemplo, a mantener sistema de  coagulación, que las proteínas sean las adecuadas, quemar la energía... es decir, que controla una serie de aspectos que jamás podrían reproducirse en un órgano artificial. También podemos cultivar células madre y que se conviertan en hepatocitos (células del hígado), pero el problema es cómo conseguir que lleven a cabo todas esas funciones que mencionaba. El problema está en la matriz, no en las células que lo recubren. Es muy complicado.

-¿Sería conveniente crear una lista de espera a nivel nacional, o regional al menos, como ocurre en otros países?
-Por una parte sí, porque un paciente en Asturias espera un mes para recibir un órgano y en Madrid, por ejemplo, pueden ser seis. Habría que corregir eso, pero no se debe perder el incentivo. Lo explicaré. Cuando en nuestro hospital tenemos un fallecido de 70 años y nos arriesgamos a sacar ese hígado –que quizá no está en las mejores condiciones– para otro enfermo del mismo hospital sientes que lo que produces se queda aquí. Si ese órgano se envía a la otra punta de España, donde a lo mejor el cirujano de allí lo desecha, no sé si descendería la actividad trasplantadora. Eso es diferente de la llamada «Urgencia 0», donde hay prioridad nacional porque hay peligro de muerte inminente.

Perfil

- Nace en Pontevedra «por accidente. Era verano y mi familia es de allí».
- Es catedrático de Cirugía de la Facultad de Medicina de la Universidad de Barcelona y jefe del Servicio de Cirugía General y Digestiva del Hospital Clínic.
- Ninguno de sus cinco hijos ha querido seguir sus pasos en la Medicina.
- Le gustan el golf y el tenis.
- Cirujanos «estrella». Tiene los pies en la tierra y se avergúenza de los compañeros «que se creen Dios al entrar en el quirófano. Es peligroso creerse en posesión de la verdad».

David Ruipérez - La Razón - nota completa

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