Las personas con problemas graves de los riñones y el corazón tienen opciones a la mano. Pero en el caso del hígado, hay poco que hacer. Los médicos están tratando de cambiar esa realidad en algunos hospitales con una máquina que tiene células hepáticas humanas, como último recurso para los pacientes sobrevivan a una insuficiencia hepática grave.
El experimento es el más reciente en la búsqueda un hígado artificial que ya dura décadas: un aparato que pueda encargarse temporalmente de las funciones hepáticas de la misma manera que la diálisis sustituye a los riñones y las bombas cardiacas reemplazan a un corazón agotado.
A diferencia de esos órganos, un hígado dañado a veces se regenera si se le da suficiente tiempo. Si está muy mal, el trasplante es la única opción. Pero un hígado al borde del abismo provoca una reacción en cadena en la que los riñones se detienen, hay hemorragia interna, el paciente cae en coma y queda en un estado que no se le puede hacer un transplante.
La meta es estabilizar suficientemente al paciente para practicarle un trasplante, o incluso evitarlo completamente.
"Pero no sustituye al hígado', advirtió el Dr. Todd Frederick, del Centro Médico California Pacific.
"Pero si se puede ganar algún tiempo mientras el hígado se recupera, eso podría significar un gran adelanto'', aseguró la Dra. Lena Napolitano, de la Universidad de Michigan, quien al igual que Frederick trabaja en el llamado dispositivo de asistencia hepática extracorpórea (ELAD).
Elizabeth Blaj, de San Diego, aseguró que el aparato hace exactamente eso.
"Creo que esta máquina me mantuvo viva cinco días', relató Blaj, de 40 años, cuyos médicos en la Clínica Scripps pronosticaron que moriría antes que apareciera un hígado para hacerle un trasplante en octubre del año pasado.
"Estoy eternamente agradecida'', confesó.
El problema es que ha habido otros intentos prometedores que finalmente no han llegado a nada. Un estudio de la Clínica Mayo el año pasado identificó media docena de técnicas en desarrollo, pero hasta ahora no se ha probado que reduzcan la mortalidad. Incluso los fabricantes de una versión anterior del ELAD quebraron durante un estudio en el 2002 que ofrecía algunas señales de que podía resultar beneficioso al menos en algunos casos.
Al principio los científicos se concentraron sólo en una de las funciones del órgano, que es filtrar las sustancias tóxicas de la sangre. En el mercado hay un filtro que se usa para tratar las sobredosis de drogas.
Pero el hígado no solamente filtra, sino que también segrega varias sustancias químicas cruciales para el metabolismo y la coagulación sanguínea. De modo que los científicos están tratando de añadirle células hepáticas vivas, de personas o cerdos, a filtros mecánicos con la esperanza de imitar mejor todas las funciones del hígado.
El primer aparato que funcionaba con células porcinas no fue aprobado a pesar de cierta evidencia tentativa de que mejoraba los resultados.
Ahora está el ELAD, que funciona con células humanas. El Dr. Robert Brown, del Hospital Presbyterian de Nueva York, de la Universidad de Columbia, dice: "Está más cerca de reemplazar el volumen de hígado que el ser humano necesita''.
Brown ha trabajado en la mayoría de los aparatos estudiados.
Probar que puede resultar beneficioso es difícil: los médicos tienen que escoger pacientes lo suficientemente enfermos como para beneficiarse pero no tan enfermos que "no los mejore'', dice Brown.
En Estados Unidos mueren unas 28,000 personas anualmente por problemas hepáticos y se realizan menos de 6,000 trasplantes.
Para cumplir los requisitos del experimento los pacientes tienen que padecer de problemas hepáticos, como hepatitis o cirrosis, cuando algo, frecuentemente una infección, los lleva a un fallo repentino del hígado. Alrededor de la mitad de estas personas fallecen.
La Dirección de Alimentos y Medicamentos investiga si 10 días de tratamiento en una ELAD mejora la supervivencia a 30 días en comparación con los que reciben un tratamiento tradicional. El estudio comenzó en octubre, de manera que es demasiado pronto para sacar conclusiones.
LAURAN NEERGARD / AP - El Nuevo Herald - 03 de enero de 2009 - Leer la nota completa